Cómo debe ser encaminado el momento más importante en la vida de un joven.
La elección de¨estado¨ de vida es el asunto más serio y más importante para un joven. De esta elección dependen su dicha en esta vida y su salvación eterna.
Es, pues, deber del joven estudiar cuidadosamente, en el momento oportuno, la vocación a la que le llama Dios en su divina bondad, examinando sus aptitudes y sus inclinaciones naturales. Pero sobre todo desde el punto de vista de la salvación, debe escoger su estado. En la duda acerca de su vocación ha de consultar a sus padres, a un director sabio y experimentado y orar mucho.
Una vez decidido en la elección de un estado de vida, el joven debe prepararse a él por las virtudes que han de ser su adorno y su perfección. Si escoge la carrera de las ciencias ha de entregarse a ellas constantemente, trabajar con unidad de miras, santificar el estudio por la piedad y la ciencia por la virtud, si se decide para el comercio, la industria o cualquiera otra profesión similar, sepa que necesita gran energía de carácter para triunfar de las dificultades primeras, de una virtud a toda prueba contra los peligros y escándalos de una sociedad muchas veces incrédula y corrompida. El estado más dichoso es el que se ejerce entorno a la sabiduría de un padre y la bondad de una madre. La vida de un joven en familia es como el curso de un caudaloso río, que fecunda y alegra cuanto le rodea.
-Si nuestro Señor lo llamara a una vocación más sublime, a la gloria de su divino sacerdocio, deberá regocijarse sobremanera; pero purifique bien sus intenciones y pruébese a sí mismo; ore mucho a María, la reina del cenáculo; luego, cuando hubiere llegado el momento de la determinación, consulte a un hombre de Dios y prosiga con humildad y confianza.
-Si, al contrario, se siente llamado al santo estado del matrimonio y tiene la dicha de contar con padres cristianos cuidadosos de su verdadero bien y de su salvación, consúltelos y déjese guiar por sus sabios consejos. Luego ore con fervor y Dios le bendecirá.
Para hacer su elección ha de preferir ante todo las cualidades del corazón a los bienes de la fortuna, la virtud a una belleza perecedera. Para ser feliz, precisa que pueda estimar durante toda su vida a la persona con quien ha de vivir en mutuo y cristiano afecto.
“Bienaventurado el corazón, exclama el Profeta (Sal 1, 1-4), que no sigue el consejo de los impíos y no entra en el camino de los pecadores ni en la reunión de los poderosos toma asiento, mas en la ley de Dios tiene sus delicias, y en su ley medita día y noche, y es cual árbol plantado junto a la corriente de las aguas, que a su tiempo ofrece el fruto y cuyas hojas no se marchitan, y cuanto emprende sucede prósperamente”.
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Jesús, en Vos confío