InicioQué es la Divina MisericordiaA 30 años de la beatificación de sor Faustina

A 30 años de la beatificación de sor Faustina

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“Su misión continúa rindiendo frutos sorprendentes, y la devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo conquistando numerosos corazones humanos”, dijo san Juan Pablo II al beatificarla.

Hace 30 años, un 18 de abril de 1993, el papa polaco Karol Wojtyla beatificaba a sor Faustina en la plaza San Pedro del Vaticano junto a dos sacerdotes y dos religiosas.

En su homilía, refiriéndose a Sor Faustina decía: “Te saludo Sor Faustina. A partir de hoy la Iglesia te llamará beata, sobre todo la Iglesia de la tierra polaca y lituana. Oh Faustina, cuán maravilloso ha sido tu camino! Cómo podríamos dejar de pensar, que Cristo te ha escogido precisamente a ti, pobre y sencilla hija del pueblo polaco de Mazowsze, para recordar a la gente el gran misterio de la Divina Misericordia. Este misterio te lo has llevado contigo dejando este mundo después de una vida breve y colmada de sufrimiento. Pero al mismo tiempo este misterio se ha convertido en un verdadero grito profético para el mundo y Europa. Tu mensaje de la Divina Misericordia ha nacido prácticamente en la vigilia del pavoroso cataclismo de la segunda guerra mundial. Probablemente no te sorprenderías, si hubieses podido experimentar sobre la tierra lo que este mensaje ha significado para la atormentada gente de aquel tiempo de desprecio que se había extendido en el mundo. Hoy –y así lo creemos profundamente– contemplas en Dios el fruto de tu misión sobre la tierra. Hoy experimentas cercana a la misma Fuente, que es tu Cristo: “dives in misericordia”. Frutos de su misión un signo de dos siglos “Siento claramente que mi misión no termina con la muerte, sino que inicia…” escribió sor Faustina en su Diario. ¡Y así ha ocurrido! Su misión continúa rindiendo frutos sorprendentes. Es verdaderamente maravilloso el modo en el cual su devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo contemporáneo conquistando numerosos corazones humanos. Este es, sin dudas, un signo de estos tiempos –un signo de nuestro siglo XX. El análisis de este siglo que se vislumbra en el horizonte, más allá de otras conquistas, que a menudo han superado las de épocas precedentes, también presenta una profunda inquietud y miedo acerca del porvenir. ¿Dónde, sino en la Divina Misericordia, podrá encontrar el mundo la salvación y una luz de esperanza? Los creyentes lo intuyen perfectamente.

Grandes obras

“Dad gracias al Señor porque es bueno… dad gracias al Señor porque es eterna su Misericordia”. Hoy, día de la beatificación de sor Faustina, adoramos a Dios por las grandes obras que ha obrado en su alma. Lo glorificamos y le rendimos gracias por las grandes obras, que ha obrado y continua haciéndo en las almas humanas –las cuales, gracias a su testimonio y mensaje– redescubren la infinita profundidad de la Divina Misericordia.” El milagro por el cual fue beatificada sor Faustina. Antes de cumplir 15 años, Maureen Digan disfrutaba de una vida normal, con una salud normal. De pronto le vino una enfermedad progresiva pero terminal, llamada Lymphedima. Esta es una enfermedad a la que no responde ningún medicamento y no tiene, por tanto, remedio alguno. En los 10 años siguientes Maureen tuvo 50 operaciones quirúrgicas y a veces tenía que quedarse en el hospital hasta por un año. Los amigos y parientes le sugirieron que rezara y pusiera su confianza en Dios. Pero Maureen no podía entender por qué Dios había permitido que tuviera aquella enfermedad y había perdido su fe completamente. Es más, su deteriorada enfermedad necesitaba la amputación de una pierna. Una tarde, mientras Maureen estaba en el hospital, su marido, Bob, fue a ver una película titulada: “La Misericordia Divina, imposible escapar a ella”, y allí se convenció de los poderes de curación a través de la intercesión de Sor María Faustina Kowalska. Bob persuadió a Maureen y a los doctores para que fuera hasta la tumba de sor Faustina, en Polonia. Llegaron a Polonia el 23 de Marzo de 1981 y Maureeen se confesó por primera vez desde que era una joven de pocos años. En la tumba (ahora capilla de la santa Faustina) Maureen recuerda haber dicho: “Muy bien, Faustina, hice un largo viaje hasta aquí, ahora haz tú algo…”. En su corazón ella oyó que sor Faustina le decía: “Si quieres mi ayuda, yo te la daré”.
De repente pensó que sus nervios se rompían. Sintió que todos los dolores parecía que salían de su cuerpo y que su pierna hinchada, y que iba a ser amputada, volvía a su tamaño normal. Cuando Maureen regresó a los EEUU fue examinada por cinco doctores independientes que llegaron a la conclusión de que estaba completamente curada. No tenían ninguna explicación médica para la curación de su enfermedad progresiva y terminal. La evidencia de este milagro fue examinada por otros cinco
doctores nominados por la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos y habiendo pasado la prueba, fue examinada por un equipo de teólogos y, finalmente, por un equipo de cardenales y obispos. La curación fue aceptada como milagro concedido por la intercesión de sor Faustina Kowalska ante el cuadro de la Divina Misericordia.

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