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Santos eucarísticos: San Alberto Magno

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Científico, teólogo y hombre de oración ininterrumpida
Alberto Magno nos invita a gustar y amar la Eucaristía

San Alberto nace en Lauingen (Alemania) en 1193 y muere en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Su vida reúne múltiples facetas: científico y teólogo, fraile y místico, obispo y doctor de la Iglesia… Patrono de los científicos, es también considerado uno de los más grandes genios de Occidente y un santo de talla universal, de ahí el apelativo de Magno, que tan solo él ha merecido en el campo del conocimiento.

Semblanza Espiritual

Brilló en sumo grado por sus escritos y enseñanza y resplandeció aún más por la integridad de vida y por su celo pastoral. También se distinguió por su extraordinaria piedad hacia el sacramento de la Eucaristía y para con la Virgen Madre de Dios, la cual, según tradición, lo confortó para perseverar en el propósito de la vocación y el estudio. Su devoción a Cristo Eucaristía, era tan arraigada, que si le surgía algún problema, solía ir directamente a la capilla, poner su frente en el Sagrario y extraer de Jesús Hostia las luces intelectuales necesarias para resolverlos. Fue canonizado por Pio Xl en 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos.

Algunas meditaciones eucarísticas del santo

-Darse a sí mismo como alimento es signo del máximo amor.

-Nada es más útil, nada es más dulce, nada más saludable, nada más amable, nada más parecido a la vida eterna que la santa eucaristía.

-¿Qué podría ser de más delicioso que el sacramento que contiene todas las delicias divinas?

-El sacramento que crea el amor y la unión. Y señal del máximo amor de Jesucristo que se dio a sí mismo como alimento para nuestra salvación.

-La Eucaristía produce impulsos de un amor que es angélico, y tiene el poder único de poner en las almas un santo sentimiento de ternura hacia la Reina de los Ángeles. Ella nos ha dado a quien es Carne de su carne y Hueso de sus huesos, y en la Eucaristía ella continúa dándonos este banquete dulce, virginal, celestial.

-El sacramento de la Eucaristía, es el fruto del árbol de la vida, y el que lo come con la devoción de una fe sincera no gustará jamás la muerte. Es árbol de vida para los que la cogen, son dichosos los que la retienen. El que me come vivirá por mí. Es lo más amable que se nos podía mandar. Este sacramento, en efecto, es causa de amor y de unión.

-Si uno, cuando asiste o celebra la Santa Misa, reflexiona sobre su valor infinito y, en consecuencia, tiene formal intención de glorificar con ella lo más posible a Dios, mediante el ofrecimiento del Sacrificio de Jesucristo, que es de mayor mérito que el de todos los mártires juntos, merece más que si ayunara a pan y agua todo un año. (Fuente: Agencias)

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