Santa Gemma Galgani, la autora de las encendidas frases de esta página, Vivió en el s. XIX, Sufrió por su precaria salud y por el desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenómenos. Vivió para Jesús Eucaristía, Su Santísima Madre y para rescatar a los pecadores.
Jesús, Alimento de las almas fuertes, fortaléceme, purifícame, hazme como Dios.» «No puedo más evitar el pensamiento de que en el maravilloso designio de Su Amor, Jesús se hace a Sí mismo perceptible, y se muestra a la más insignificante de las criaturas en todo el esplendor de Su Corazón.» La santa pediá llegar a ser una bola ardiente de amor para Jesús.
En la Sagrada Comunión, Jesús se da a mí y se hace mío, Todo mío, en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad: «Yo soy Tu dueña.» «Ya es de noche, la mañana se acerca y entonces Jesús se posesionara de mí y yo lo poseeré a El.» Un día fué puesta a prueba por su confesor, quien le prohibió recibir la sagrada Comunión. «Oh, Padre, Padre, —le escribió a su director espiritual—hoy fuí a la Confesión, y el confesor ha dicho que yo debo de abstenerme de recibir a Jesús. Oh, Padre mío, mi pluma no quiere escribir más, mi mano me tiembla fuertemente… Lloro.» “La Sagrada Comunión, es verdaderamente puro amor, por Dios y por el prójimo. Es verdaderamente ‘La Fiesta del Amor’”. ¿Y cuantas veces se vió tentada la angélica y seráfica santa de no recibir la sagrada Comunión, porque se consideraba que no era ella nada más que «una pila de estiércol»? Exclamó en éxtasis: “¡Qué hermoso es el recibir la Sagrada Comunión con la madre del Paraíso!” Hablaba maravillada de asombro acerca de la Unión Eucarística entre: “Jesús, quien lo es todo, y Gemma quien no es nada.” En extasis exclamaba: “¡Qué gran dulzura hay, Oh Jesús, en la Comunión! Yo deseo vivir en Tu abrazo, y morir en Tu abrazo.”
“Siento una gran necesidad de ser fortalecida de nuevo por ese alimento tan Dulce que Jesús me ofrece. Esta afectuosa terapia que Jesús me da cada mañana, me desengarrota y atrae hacia El todo el afecto que hay en mi corazón.”
Decía que algunas veces no podía acercarse más al altar del Santísimo Sacramento, porque el fuego del amor ardía tanto en su corazón, que quemaría la ropa sobre su pecho.
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Jesús, en Vos confío
