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Evangelio de hoy y la Divina Misericordia: 3 de abril de 2024

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Evangelio

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”
“¿Qué cosa?”, les preguntó.
Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera El quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que El está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a El no lo vieron”.
Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a El.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”.
El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero El había desaparecido de su vista.
Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
San Lucas 24, 13-35

Audio con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.

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Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co. 

“El mismo Jesús se acercó” dice el Evangelio, a aquellos discípulos que, básicamente, huían a Emaús. Ellos no se habían atrevido a acercarse a Jesús durante aquellos tormentosos días de la Pasión. Esos discípulos fueron cobardes, como la mayoría. Y ahora Jesús se acerca a ellos, los busca, los transforma, los enciende en amor y valor… los lleva a su presencia Eucarística para que nunca más lo abandonen. Y así lo hicieron.

Propósito del día

Me organizaré para participar de la Misa de la Fiesta de la Misericordia
con algún familiar o amigo que esté alejado de Dios.

Santos del día: san Ricardo, obispo 

Inglés, nacido en 1197 en Wyche. Pese a que el rey Enrique III se opuso, fue consagrado obispo de Chichester. Su episcopado resume un episodio de la historia de la Iglesia en Inglaterra, que luchaba por su independencia contra el poder temporal.
Murió en 1253.

Liturgia del día

De la Octava de Pascua. Blanco.
Lecturas: Hech 3, 1-10/ Sal 104, 1-4.6-9

Reflexión para las tres de la tarde

En Jesús agobiado bajo la carga y el tamaño de la pesada Cruz que arrastraba tras El, se pone en camino entre las burlas e insultos del gentío. Su agonía en el Huerto había sido suficiente para dejarlo exhausto. Se pone en marcha con todo su corazón, pero sus piernas fallan y cae por primera vez.

Triunfante Rey eterno.
Himno pascual

Oh, Cristo, Rey eterno,
Hijo consustancial del Padre,
que, en Adán, formaste al hombre,
a tu imagen y semejanza.

Tú, tomando de la Virgen
esa misma naturaleza,
a la que el Demonio,
como Enemigo del género humano,
había inducido mediante engaño a pecar,
no has desdeñado encarnarte
para unirnos más a Dios,
y, al redimirnos, nos ofreces,
en el Bautismo, tu perdón.

Tú, por nosotros los hombres,
te dignaste padecer en la Cruz
y derramaste toda tu Sangre,
como precio de nuestra salvación.

Tú, una vez Resucitado,
recibes del Padre la gloria que mereces
y nosotros creemos sinceramente que,
también, por Ti, algún día resucitaremos.

Sé Tú, Jesús, para nuestras almas,
el gozo perenne de la Pascua,
y dígnate hacernos partícipes de tu triunfo,
a quienes hemos renacido a la gracia.

Para Ti, Señor, toda la gloria,
que vencida la muerte,
reluces deslumbrante,
con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Habla al Mundo es un servicio de difusión de la Divina Misericordia que brinda espiritualidad, formación y capacita Apóstoles de la Divina Misericordia.

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Jesús, en Vos confío

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