Sepamos asemejar nuestra vida con las distintas etapas de la vida de nuestro Maestro.
1580- Jesús mío, ahora veo que he pasado por todas las etapas de la vida Contigo: la infancia, la juventud, la vocación, la labor apostólica, el Tabor, el Huerto de los Olivos y ahora ya estoy contigo en el Calvario. Me he sometido espontáneamente a la crucifixión y ya estoy crucificada aunque camino todavía un poco, pero estoy tendida en la cruz y siento claramente que la fuerza de tu cruz fluye sobre mi y que Tú eres mi perseverancia. Aunque he oído, más de una vez, la voz de la tentación que me grita ¡baja de la cruz!, la potencia de Dios me fortalece.
Aunque los abandonos, las tinieblas y diversos sufrimientos golpean mi corazón, no obstante una misteriosa fuerza divina me sostiene y fortifica. Deseo beber el cáliz hasta la última gota. Confío firmemente en que tu gracia, que me sostuvo en los momentos cuando estaba en el Huerto de los Olivos, también me sostendrá ahora cuando estoy en el Calvario.
1581- Oh Jesús mío, Maestro, uno de mis deseos a los tuyos que Tú tuviste en la Cruz: deseo cumplir tu santa voluntad; deseo la conversión de los pecadores; deseo que sea adorada tu Misericordia; deseo que sea anticipado el triunfo de la Iglesia; deseo que la Fiesta de la Misericordia sea celebrada en el mundo entero; deseo la santidad de los sacerdotes; deseo que haya una santa en nuestra Congregación; deseo que en toda nuestra Congregación reine el espíritu de gran celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas; deseo que las almas que viven en nuestras casas no ofendan a Dios, sino
que perseveren en el bien; deseo la bendición de Dios para mis padres y para toda mi familia; deseo que Dios conceda una luz particular a mis guías espirituales y especialmente al padre Andrasz y al padre Sopocko; deseo una bendición particular para mis superioras, bajo cuyas órdenes he estado y especialmente para la madre general y la madre Irene y la madre maestra Josefa.
1582- Oh Jesús mío, ahora abrazo al mundo entero y Te pido misericordia para él. Cuando me digas, oh Dios, que ya basta, que ya se haya cumplido plenamente tu santa voluntad, entonces en unión Contigo, Salvador mío, entregaré mi alma en manos del Padre celestial, llena de confianza en tu Misericordia insondable y entonaré el primer himno a tu Misericordia cuando me presente a los pies de tu trono.
¡No te olvidaré, pobre tierra!, aunque siento que me sumergiré inmediatamente toda en Dios, como en un océano de felicidad, eso no me impedirá volver a la tierra y dar ánimo a las almas e invitarlas a confiar en la Divina Misericordia. Al contrario, esa inmersión en Dios me dará unas posibilidades ilimitadas de obrar.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús, en Vos confío