En el Santísimo Sacramento descubrimos a Jesús misericordioso modelo de compasión y perdón.
Contemplar la Eucaristía es desear hacer carne en nosotros lo que Jesús es y enseña. Jesús grita con su vida un mensaje de salvación en donde la misericordia es uno de los pilares fundamentales. El Señor dice en reiteradas ocasiones:
“Yo no quiero la muerte del pecador sino que se convierta y viva”. “Yo soy camino, verdad y vida”. “He venido para que tengan vida y vida en abundancia”.
Descubrimos en pasajes del Evangelio a Jesús interviniendo para salvar la vida de quien según el criterio de un grupo de la comunidad debe morir a piedrazos como es el caso de la mujer sorprendida en adulterio.
En la parábola del hijo prodigo, nos relata la alegría del Padre que hace fiesta cuando su hijo elije reintegrarse a la familia después de arrepentirse por haber pecado gravemente contra su papá. Cuando su hermano mayor hubiese deseado expulsarlo por considerarlo no digno de perdón y menos de fiesta.
Se invita a comer a la casa de Zaqueo, publicano corrupto, anunciándole “hoy ha llegado la salvación a esta casa”, después que Zaqueo lo reconoce a Jesús como Mesías y decide hacer un camino de conversión personal a la luz de los valores del reino. Incluso estando en la cruz continuó escuchando y salvando como lo hizo con Dimas, el crucificado de su derecha y observando al Pueblo clamaba al cielo “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”.
Ser personas misericordiosas no pasa por relativizar la gravedad del pecado o el delito , no pasa por aprender a convivir con el mal… sino que pasa por “amar al otro a pesar de su miseria”.
Ser persona eucarística es ser signo de comunión, signo de encuentro y de reencuentro.
(Extractado de P. C. Bonin)
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
Para ser parte de esta obra Evangelizadora, podés sumarte a nuestros grupos de WhatsApp o contáctanos: www.linktr.ee/hablaalmundo
Jesús, en Vos confío