InicioQué es la Divina Misericordia"Faustina: Los estigmas invisibles"

«Faustina: Los estigmas invisibles»

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Santa Faustina nos revela otro de sus sufrimientos, los estigmas.

759- La primera vez que recibí estos sufrimientos, fue así: después de los votos anuales, un día, mientras rezaba vi una gran claridad y de esa claridad salieron dos rayos que me envolvieron y de repente sentí un tremendo dolor en las manos, los pies y el costado y el sufrimiento de la corona de espinas. Experimentaba este sufrimiento los viernes, durante la Santa Misa, pero era un momento muy breve. Eso se repitió unos cuantos viernes y después no sentí ningunos sufrimientos hasta el momento actual, es decir, hasta finales de septiembre de este año. En esta enfermedad, el viernes, durante la Santa Misa sentí que me penetraron los mismos sufrimientos; y eso se repite cada viernes y a veces cuando encuentro a alguna alma que no está en el estado de gracia.
Aunque eso sucede raramente y el sufrimiento dura muy poco tiempo, no obstante es terrible, y sin una gracia especial de Dios no podría soportarlo. Y por fuera no tengo ningunas señales de estos sufrimientos. ¿Qué va a venir después? No sé. Todo sea por las almas…

761- Oh Jesús, mi espíritu Te añora mucho y deseo mucho unirme a Ti, pero me retienen tus obras. No está todavía completo el número de almas que debo llevarte. Deseo las fatigas, los sufrimientos, que se cumpla en mí todo lo que has planeado antes de todos los siglos, oh Creador mío y Señor. Comprendo solamente tu Palabra, solamente ella me da fuerzas. Tu Espíritu, oh Señor, es el espíritu de la paz y nada perturba mi interior, porque allí moras Tú, oh Señor.
Sé que estoy bajo tu mirada especial, oh Señor. No analizo con temor tus designios respecto a mí; mi tarea es aceptar todo de tus manos, no tengo miedo de nada aunque la tempestad está enfurecida y tremendos rayos caen alrededor de mí y entonces me siento verdaderamente sola, no obstante mi corazón Te siente y mi confianza aumenta considerablemente y veo toda tu Omnipotencia que me sostiene. Contigo, Jesús, camino por la vida entre arco iris y tormentas, con un grito de gozo, entonando un himno a tu Misericordia. No interrumpiré este canto de amor hasta que lo entone el coro angélico. No existe ninguna fuerza que pueda detenerme en mi carrera hacia Dios. Veo que no siempre, ni siquiera las superioras entienden el camino por el cual Dios me lleva, y eso no me extraña.

764- Hoy, recibí una carta del padre Sopocko. Por la carta supe que Dios mismo dirige esta causa y como el Señor la ha iniciado, del mismo modo el Señor la guiará, y cuanto mayores son las dificultades que veo, tanto más tranquila estoy. Oh, si en esta causa no hubiera una gran gloria de Dios ni el provecho para muchas almas, Satanás no se opondría de este modo, pero él intuye lo que va a perder. Ahora he comprendido que lo que Satanás odia más es la Misericordia; ella es su mayor tormento. Pero la Palabra del Señor no pasará, la Palabra de Dios es viva, las dificultades no aniquilan las obras de Dios, sino que demuestran que son de Dios…

784- Agradezco al Señor por esta enfermedad y las dolencias físicas, porque tengo tiempo para hablar con Jesús. Es mi deleite pasar largos momentos a los pies de Dios oculto; y las horas me pasan como minutos, sin saber cuándo.
Siento que dentro de mí arde un fuego, y no comprendo otra vida sino la del sacrificio que fluye del amor puro.

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