En el corazón de Madrid hay un imponente templo dedicado a la Eucaristía que brilla por su belleza y sobriedad.
El templo de San Martín de Tours, situado en el centro de Madrid, sigue los cánones de la arquitectura madrileña del siglo XVII. Se trata de un edificio de planta de cruz latina, transepto de brazos cortos, capillas laterales y profundo presbiterio. La intersección del crucero se cubre por cúpula ciega con chapitel al exterior, sustentada por pechinas; la nave presenta bóveda de cañón con lunetos. No se conoce con exactitud el autor de las trazas del edificio, aunque se han señalado los nombres de José de Valdemoro, José de Churriguera (a quien se atribuye la portada) e incluso Pedro de Ribera. En cualquier caso, es un ejemplo prototípico de iglesia barroca del foco cortesano, apreciándose la influencia de Pedro de la Torre y Francisco Bautista, dos de los arquitectos más señalados de esta escuela, en el diseño general.
El interior es sencillo y diáfano, aunque con detalles de gran elegancia, como el juego de ménsulas que sostiene la cornisa, las pilastras o las tribunas con forma de balcón que asoman a la nave. Del mobiliario original es poco lo que subsiste. El altar mayor se decora con un retablo neorrenacentista, presidido por un relieve representando a san Martín de Tours y el mendigo, obra de Ricardo Bellver. Varias imágenes y retablos, la mayoría de factura moderna, se reparten por las capillas.
La fachada principal recae a la calle Desengaño. Presenta un fuerte carácter monumental, aun dentro de los cánones escurialenses que imperaban en el sigo XVII en la aquitectura madrileña. Se estructura esta fachada en dos cuerpos, rematando la sección central un frontón triangular y las laterales sendas torres prismáticas.
Llama la atención el empleo masivo del ladrillo en los paramentos y su desnudez decorativa, en claro contraste con la portada, en la que se emplea el granito y un abigarrado diseño. La antedicha portada se compone a modo de retablo, con dos columnas exentas sobre altos plintos flanqueando el ingreso y un cuerpo superior, muy decorado, con una hornacina que aloja un grupo escultórico representando al venerable Agostino Adorno, fundador de los Clérigos Menores, ante la Virgen de Portacoeli, antigua advocación del convento. Es ésta una de las más destacadas fachadas barrocas que se conservan en Madrid, después de la destrucción de muchas de las que existían en diversos avatares, como la Desamortización o la Guerra Civil, y a pesar de ver alterada en cierta medida su imagen por la adición de una moderna fachada en el edificio contiguo.
En esta iglesia fue bautizado Ramón Gómez de la Serna.
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Jesús en vos confío