Descubrió su misión en la vida para salvar muchas almas.
206 – Al día siguiente, después de la Santa Comunión oí la voz: “Hija mía, mira hacia el abismo de mi Misericordia y rinde honor y gloria a mi Misericordia, y hazlo de este modo: Reúne a todos los pecadores del mundo entero y sumérgelos en el abismo de mi Misericordia. Deseo darme a las almas, deseo las almas, hija mía. El día de mi Fiesta, la Fiesta de la Misericordia, recorrerás el mundo entero y traerás a las almas desfallecidas a la fuente de mi Misericordia.
Yo las sanaré y las fortificaré”.
194 – Deseo cansarme, trabajar, anonadarme por nuestra obra de salvación de las almas inmortales. No importa si estos esfuerzos acortan mi vida, dado que ella ya no me pertenece, porque es la propiedad de la Congregación.
Por la fidelidad a la Congregación deseo ser útil a toda la Iglesia.
235 – Jesús, deseo la salvación de las almas, almas inmortales.
En el sacrificio desahogaré mi corazón, en el sacrificio que ni siquiera alguien sospecha; me anonadaré y quemaré inadvertidamente en el sagrado fuego del amor de Dios. La presencia de Dios es la ayuda para que mi sacrificio sea perfecto y puro.
305 – Mi mayor deseo es que las almas Te conozcan, que sepan que eres su eterna felicidad, que crean en tu Bondad y que alaben tu infinita Misericordia.
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Jesús, en Vos confío