Si aprovechásemos todas las gracias,
hace tiempo que seríamos santos.
145 – Oh, qué mísera es mi alma que malgastó tantas gracias. Me escapaba de Dios, y El me perseguía con sus gracias. Muchas veces recibía las gracias de Dios cuando menos las esperaba. Desde el momento en que el Señor me dio un director espiritual, soy más fiel a la gracia.
Gracias al director y su vigilancia sobre mi alma entendí lo que es la dirección espiritual y cómo la ve Jesús. Jesús me amonestaba por el menor descuido y acentuaba que los asuntos que yo confiaba al confesor, El mismo los juzgaba, “y cualquier desobediencia frente a él, Me alcanza a Mi”. Cuando, bajo su dirección, mi alma empezó a gozar del profundo recogimiento y paz, a menudo oía en el alma estas palabras: “Fortalécete para la lucha”, a veces repetidas más de una vez.
258 – Por la noche me quedé más tiempo en la capilla. Hablaba con el Señor de cierta alma. Animada por su bondad, dije: Jesús, me has dado a este padre que ha comprendido
mis inspiraciones y vuelves a quitármelo. ¿Qué voy a hacer en Vilna?. No conozco a nadie, hasta el dialecto de aquella gente es ajeno para mí. Y me dijo el Señor: “No tengas miedo, no te dejaré sola”. Mi alma se sumergió en la oración de agradecimiento por todas las gracias que el Señor me concedió por medio del padre Andrasz.
De súbito recordé aquella visión en la que había visto a un sacerdote entre el confesionario y el altar, confiando en conocerlo algún día y volvieron bien claras las palabras que había escuchado: “El te ayudará a cumplir mi Voluntad en la tierra”.
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Jesús, en Vos confío