Habitualmente era el Señor quien preparaba
a sor Faustina para todo lo que le esperaba.
316 – Una vez me visitó la Virgen Santísima. Estaba triste con los ojos clavados en el suelo; me dio a entender que tenía algo que decirme, pero por otra parte me daba a conocer como si no quisiera decírmelo. Al darme cuenta de ello, empecé a pedir a la Virgen que me lo dijera y que volviera la mirada hacia mí. En un momento María me miró sonriendo cordialmente y dijo: “Vas a padecer ciertos sufrimientos a causa de una enfermedad y de los médicos, además padecerás muchos sufrimientos por esta imagen, pero no tengas miedo de nada”.
Al día siguiente me puse enferma y sufrí mucho, tal y como me lo había dicho la Virgen, pero mi alma está preparada para los sufrimientos. El sufrimiento es el compañero permanente de mi vida.
320 – Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo: “La plegaria de un alma humilde y amante aplaca la Ira de mi Padre y atrae un mar de bendiciones”. Después de la adoración, a medio camino hacia mi celda, fui cercada por una gran jauría de perros negros, enormes, que saltaban y aullaban con la intención de desgarrarme en pedazos.
Me di cuenta de que no eran perros sino demonios. Uno de ellos dijo con rabia: “Como esta noche nos has llevado muchas almas, nosotros te desgarraremos en pedazos”. Contesté: Si tal es la voluntad de Dios misericordiosísimo, desgárrenme en pedazos, porque me lo he merecido justamente, siendo la más miserable entre los pecadores y Dios es siempre santo, justo e infinitamente misericordioso.
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Jesús, en Vos confío