Nuestra santa nos participa sus experiencias místicas.
180 – Durante el Adviento se despertó en mi alma un vivo deseo de Dios. Mi espíritu anhelaba a Dios con toda la fuerza de su ser. En aquel tiempo el Señor me dio mucha luz para que conociera sus atributos.
El primer atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Santidad. Esta Santidad es tan grande que delante de El tiemblan todas las Potencias y todas las Fuerzas. Los espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y la única expresión de su adoración sin límites es Santo… La Santidad de Dios es derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no en grado igual. Hay almas completamente divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.
El segundo atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Justicia. Su Justicia es tan grande y penetrante que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de El todo se presenta en desnuda verdad, y nada podría continuar subsistiendo.
El tercer atributo fue el Amor y la Misericordia. Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador. El Amor más grande y el abismo de la Misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en su Redención, y de esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios.
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Jesús, en Vos confío