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El Espíritu Santo y la Eucaristía

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Por la comunión de su Cuerpo y su Sangre,
Cristo nos comunica también su Espíritu.

El Espíritu Santo es el que nos da la fuerza para predicar sin miedo nuestra fe a los demás.
Sin el Espíritu Santo la Iglesia estaría vacía y sin amor.
Sin el Espíritu Santo no habría Eucaristía ni sacramentos.
Los santos Padres están de acuerdo en afirmar que todos los bienes descienden de Dios Padre a través de su Hijo y nos alcanzan en el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el vínculo de infinito amor entre el Padre y el Hijo, es el Amor del Padre y del Hijo hecho persona.
Por eso, si queremos llegar al Padre por medio de Jesús, que es el mediador, debemos ir por el poder del Espíritu Santo, que lo hace realidad. Los sacramentos que recibimos, los realiza Jesús con la fuerza del Espíritu Santo.
La consagración de la misa, para que Cristo pueda hacerse presente entre nosotros en el pan y en el vino, se hace posible por el amor y el poder del Espíritu Santo. Lo decía muy bien Juan Pablo II: Sin la potencia del Espíritu divino, ¿cómo podrían unos labios humanos hacer que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre del Señor hasta el fin de los tiempos?.
Por eso, podemos decir que todos las bendiciones y gracias que recibimos de Dios, las recibimos por el poder del Espíritu; ya que, como decía san Basilio, no hay santidad sin el Espíritu Santo.
El mismo san Pablo afirma que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rom 5, 5).
Ahora bien, debemos tener muy en cuenta que el momento en que más unidos estamos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el momento de la comunión.
En ese momento, por medio de la humanidad de Jesús, nos unimos al Padre por medio del amor del Espíritu Santo. De ahí que las mayores gracias que podemos recibir de Dios las recibiremos en el momento de la comunión.
Así lo atestiguan muchos santos, quienes recibían la gracia del matrimonio espiritual, inmediatamente después de haber comulgado.
Y algo parecido dicen los santos con relación a otras gracias especiales de Dios.
Decía santa Margarita M. de Alacoque: Las mayores gracias y los favores más inexplicables los he recibido en la santa comunión (Autobiografía V).
Por eso, acudamos siempre al Espíritu Santo, para que llene nuestro corazón de su amor, para amar cada día más a Jesús Eucaristía y a todos los que nos rodean. (P.Angel Peña O.A.R)

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