En 1603 la isla de Chío estaba amenazada de una gran miseria porque la falta de lluvias había esterilizado por completo los campos. En situación tan angustiosa los turcos suplicaron a los cristianos hiciesen una procesión con el Santísimo Sacramento para obtener el favor del Cielo.
El cortejo fue prontamente organizado y los musulmanes quisieron que sus tropas hicieran escolta al Dios de la Eucaristía. Este acto público de fe y confianza en Dios no quedó sin recompensa pues apenas la procesión empezó a desfilar por las calles, cuando densos nubarrones encapotaron el cielo y a los pocos minutos una copiosísima lluvia obligaba a que todos los concurrentes se refugiaran precipitadamente en la iglesia. La bienhechora lluvia duró tres días devolviendo a la tierra su fertilidad con la esperanza de una abundantísima cosecha. El milagro fue tan evidente que un gran número de mahometanos se convirtió a la fe de Cristo y el gobernador de la isla creyóse en la obligación de favorecer a los cristianos otorgándoles extraordinarios privilegios y franquicias.
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Jesús en vos confío
