InicioQué es la Divina MisericordiaLa Coronilla, ¿expiación o propiciación?

La Coronilla, ¿expiación o propiciación?

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Jesús mismo se ofreció en sacrificio por nosotros devolviéndonos santos e inmaculados a su Padre Eterno. La Coronilla nos hace revivir este amor de Dios. Primera parte de la explicación del término polaco “przeblaganie”.

Debido a la multiplicidad de traducciones que se han realizado de la Coronilla, llevados por el empeño de difundirla y lograr que la mayor cantidad posible de personas se beneficien de sus promesas, se ha ocasionado una imprecisión en la traducción del término que indica precisamente el acto redentor de Cristo por el cual El, con su sacrificio, nos perdona los pecados y nos vuelve agradables al Padre.

Respecto a esta multiplicidad de expresiones, frecuentemente escuchamos: «para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero…», «como reparación…», «en remisión…», o simplemente «por nuestros pecados y los del mundo entero». Además, claro está, de «propiciación» y «expiación».

Origen de la multiplicidad

Hay dos factores principales por los cuales se ha generado la variedad en el modo de rezar y, sobre todo, de emplear esa palabra en cuestión.

En primer lugar, muchas personas, llevadas de la primera inspiración que recibe santa Faustina en su visión del ángel ejecutador de la ira de Dios (D-475), toman esta primera expresión y la usan frecuentemente. Pero esto es incorrecto.

La primera fórmula que santa Faustina recibe como inspiración fue para ella y para ese momento, para detener al ángel. No debemos tomarla y usarla nosotros.

La Coronilla, como Dios quiere que la recemos, se la explicitó íntegramente el día siguiente. Le dictó su contenido completo y el modo de rezarla en adelante, y en forma de novena.

Segundo error: pensar que, ante la duplicidad de fórmulas (475 y 476), podemos optar por la que queramos o podemos usar cualquier término intermedio entre las dos expresiones «por nuestros pecados…» o «como propiciación de nuestros pecados». Quizás llevados por la inquietud de «simplificar» la oración, lamentablemente, empobreciendo su riqueza teológica y espiritual.

Traducciones

También se han ocasionado distintos modos de rezarla debido a la variedad de traducciones de dicha oración. La traducción más frecuente del término polaco «przeblaganie» ha sido la palabra «expiación» que indica la reparación de la culpa del pecado, su satisfacción. Este término es correcto en sí mismo y expresa el misterio de la redención obrada por Cristo que se hizo sacrificio por nosotros, Cordero que quita los pecados del mundo.

Pero el término más correcto, sea por traducción como por su contenido bíblico y teológico es «propiciación», que abarca la expiación y otras muchas realidades.

De hecho, si solo quisiéramos simplificar, podemos concluir que «propiciación» es el término correcto pues es el que aparece en el Diario de santa Faustina y así lo tradujeron del polaco al español. No tenemos ni el deber ni el derecho de modificarlo, es lo que Dios pidió. Pero sí es nuestro deber comprenderlo en profundidad.

¿Qué es propiciación?

La propiciación, en la teología cristiana, traducida del término griego hilasterion significa literalmente «lo que expía o propicia», «el don que procura la propiciación» o «lugar o medio de reconciliación». Otra palabra griega, hilasmos, se usa para designar a Cristo, como propiciación del hombre. «Propiciación» es una acción agradable a Dios, con que se le mueve a piedad y misericordia; o un sacrificio que se ofrecía en la ley antigua para aplacar la justicia divina y tener a Dios propicio.

La palabra propiciación se deriva de «propiciatorio». El propiciatorio era la tapa del Arca de la Alianza que se reservaba en el Santo de los Santos (Sancta Sanctorum), tras el segundo velo en el Templo de Jerusalén. El propiciatorio o tapa del Arca debe su denominación a su destinación ritual, puesto que el Sumo Sacerdote lo rociaba con sangre en el gran día de la Expiación (Lev 16, 14) para aplacar la justicia divina.

Una vez al año, en el gran Día de la Expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo con la sangre del sacrificio, la cual asperjaba delante del propiciatorio con la esperanza de que Dios aceptara la sangre vicaria de la reconciliación como evidencia de la confesión de sus pecados y obtener para ellos la misericordia.

Para abrir las puertas del Cielo

El sumo sacerdote hacía esto sólo después de haber ofrecido un sacrificio por su propio pecado, para quemar allí incienso en presencia de Yahvéh. Una nube de perfume se elevaba allí, símbolo de la intercesión aceptada (cfr. Ap 8, 4 ). La nube de incienso cubría el propiciatorio. A continuación, el sumo sacerdote rociaba el propiciatorio y delante de él con la sangre del toro sacrificado. Luego inmolaba un macho cabrío por el pecado de la nación, llevando asimismo esta sangre derramada detrás del velo, al Lugar Santísimo. Volvía a rociar el propiciatorio, y delante de él. El sumo sacerdote hacía expiación por sus propios pecados y los del pueblo por encima de la Ley divina, escrita sobre las dos tablas de piedra depositadas dentro del arca. Los querubines, armados de una espada de fuego, habían mantenido al hombre caído lejos del árbol de la vida y del paraíso (Gn 3,24 ). De derecho, deberían atravesar al pecador temerario que se introdujera en la misma presencia de Dios, dentro del Lugar Santísimo. Pero aquí estaban sin arma, con la mirada dirigida hacia el propiciatorio, donde la sangre mostraba que la muerte de la víctima había dado satisfacción plena a la Ley y a la justicia de Dios (cfr. Lev 16,1-16).

Lugar de la reconciliación

Esta tapa o cubierta del Arca de la Alianza, dentro del cual estaban depositadas las tablas de la ley (Ex 25,17; Dt 10,2), estaba hecha de oro macizo, el llamado «kappôreth», que quiere decir «tapa propiciatoria». Por supuesto, el propiciatorio era la tapa o cubierta literal del arca, pero el kappôreth implicaba mucho más, así como el uso frecuente de la forma verbal relacionada, kâfar («cubrir»), significaba «hacer expiación» o «hacer reconciliación», es decir, «perdonar» el pecado, o aplacar, cancelar, redimir con el pago de un rescate. También de esta palabra deriva kipur, que significa expiación (como en Yom Kipur, día de la expiación).

El propiciatorio representaba la misericordia divina. En forma significativa, el propiciatorio estaba hecho de oro puro, lo que implicaba que la misericordia es el más precioso de los atributos divinos. Estaba ubicado por encima de la ley, así como la misericordia sobrepuja a la justicia.

En griego se tradujo por hilasterion: «un medio [o lugar] de reconciliación».

Pbro. Germán Saksonoff, C.O. Miembro de la Academia Internacional de la Divina Misericordia

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