Incentivemos en nuestros niños su amor a la Santa Eucaristía; enseñémosles a orar ante el sagrario, y narrémosles los testimonios de hechos milagrosos y prodigios eucarísticos.
San Miguel Febres Cordero, Hermano de La Salle, ecuatoriano y pedagogo excepcional, que sabía muy bien lo que era unir nuestro sacrificio al de Jesús, les propuso a los niños sus alumnos: por cada pequeño sacrificio que hicieran habían de tomar un grano de trigo y depositarlo en una ánfora grande que tenía preparada. Cuando se llenaba, molía todo el trigo, confeccionaba hostias con la harina, y ellas servían para la Misa en que todos comulgaban, después de ofrecer la propia vida en una sola oblación con la de Cristo.
Yo soy Jesús
La beata dominicana Bienvenida tenía 6 años. Como sus padres vivían cerca de la iglesia, la piadosa niña iba allí con frecuencia a visitar a Jesús, escondido en el sagrario. Un día, al entrar Bienvenida en la iglesia, ve delante del altar un niño extremadamente hermoso. En su cara se reflejaba una bondad tan atrayente, que la niña sin temor se le acercó, dirigiéndole esta pregunta:
¿Sabes rezar el Ave María?
Sí, lo sé, -contestó el angelical niño-.
Pero dime -preguntó a su vez a Bienvenida-, ¿lo sabes tú también?
Bienvenida junta sus manos y con toda emoción comienza a rezar el Ave María.
Al pronunciar las palabras: “Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”, el niño la miró con suma bondad y le dijo:
“Jesús soy yo”; -y sonriendo desapareció.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús en vos confío