Siguiendo un deseo personal deja la presencia de Dios y Jesús se lo hace saber.
42 – En un momento, el día de la Navidad, siento que me envuelve la omnipotencia, la presencia de Dios. Otra vez evito dentro de mí el encuentro con el Señor. Pedí a la madre superiora el permiso de ir a “Józefinek”, para visitar a las hermanas. La madre superiora nos dio el permiso y una vez terminado el almuerzo, empezamos a prepararnos. Las hermanas ya me estaban esperando en la puerta. Fui corriendo a la celda a buscar la capita, en el umbral vi al Señor Jesús quien me dijo estas palabras: “Ve, pero Yo Me tomo tu corazón”. De pronto sentí que no tenía corazón en el pecho. Como las hermanas me llamaron la atención de que debía darme prisa porque ya era tarde, en seguida me fui con ellas. Pero un gran descontento empezó a molestarme. Una añoranza penetró mi alma, sin embargo, nadie, excepto Dios, sabía lo que había pasado en mi alma.Tras pasar apenas un momento en “Józefinek”, dije a las hermanas: Volvamos a casa. Las hermanas pidieron un pequeño descanso, sin embargo, mi espíritu no llegaba a calmarse. Les expliqué que teníamos que volver a casa antes de que oscureciera y había un buen trecho de camino por hacer, y regresamos a casa en seguida. Cuando la madre superiora nos encontró en el pasillo, me preguntó: ¿No han salido todavía o ya están de vuelta? Contesté que ya habíamos regresado porque no quería volver de noche. Me quité la capita e inmediatamente fui a la capilla. […] Jesús inundó mi alma de gran alegría. Entendí que no hay satisfacción fuera de Dios.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús, en Vos confío