Aunque sufriera y no comprendiera nada, ella obedeció y se realizó la Voluntad del Señor.
128 – Ya soy juzgada por todos lados, ya no queda nada de lo que hay en mí que se haya escapado al juicio de las hermanas […]. Pero conocí que en aquellas persecuciones el Señor estuvo muy cerca de mí […]. Las sospechas anteriores se hicieron seguras para ellas, y hay que escuchar nuevamente las mismas canciones. Así lo dispone el Señor […]. Esto provocó distintos sufrimientos, conocidos solamente por Dios. Sin embargo, trataba como podía de hacer todo con la intención más pura. Veo que soy vigilada en todas partes como un ladrón: en la capilla, cuando hago mis deberes, en la celda. Ahora sé que además de la presencia de Dios tengo siempre la presencia humana; de verdad, más de una vez esta presencia humana me molestó mucho. Hubo momentos en que reflexionaba si desvestirme o no para lavarme. De verdad, mi pobre cama también fue controlada muchas veces. A veces me daba risa saber que no dejaban en paz ni siquiera la cama. Una hermana me dijo, ella misma, que cada noche me miraba en la celda, para ver cómo me comportaba en ella. Sin embargo, los superiores son siempre los superiores. Y si bien me humillaban personalmente y más de una vez me llenaron de dudas, no obstante, siempre me permitieron lo que exigía el Señor, aunque no tal y como yo pedía […].
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Jesús, en Vos confío