Incentivemos en nuestros niños su amor a la Santa Eucaristía; enseñémosles a orar ante el sagrario y narrémosles los testimonios de hechos milagrosos y prodigios eucarísticos.
Convierte a sus padres
Un niño, que había hecho la Primera Comunión, estaba muy contento y sentía que era el día más feliz de su vida. Pero a su felicidad se le interpuso la tristeza de su corazón. Ni su padre ni su madre lo habían acompañado en su comunión, porque habían perdido la costumbre de asistir a la Santa Misa.
Nunca había visto comulgar a sus padres, que tanto quería. Grande fue su desconsuelo; pero más grande fue su confianza en Jesús, sobre todo después de la comunión, inmenso beneficio que Jesús le había otorgado. Con más fervor lo imploraba desde entonces para conseguir la conversión de sus queridos padres.
A sus oraciones por ellos agregaba algunos sacrificios. Había prometido ir dos veces por semana a la misa muy de mañana, ofreciendo una por su padre y la otra por su madre. Estos notaron pronto las salidas tempranas en ciertos días y una vez la madre le siguió. Vio cómo entraba en la iglesia. Allí lo encontró, de rodillas, recogido y asistiendo a la Santa Misa con emocionante devoción.
En la puerta de la Iglesia lo esperó. Al ver en su rostro inocente unas lágrimas, se inquietó y le preguntó por la causa de su emoción. El niño abrazó a su madre y entre sollozos le confesó: “Ayer he escuchado la Santa Misa por mi padre y hoy la he ofrecido por usted”.
Lo demás se puede adivinar… los padres del niño cambiaron de vida y comenzaron a ir a misa todos los domingos junto a su hijo. ¡Hermoso cuadro! y todo lo consiguió el piadoso niño y pequeño apóstol, por medio del santo sacrificio de la misa.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús en vos confío
