La infinita bondad de Dios en la redención del hombre.
1747- Oh Dios que con una sola palabra habrías podido salvar miles de mundos, un suspiro de Jesús habría satisfecho tu justicia. Pero Tú, oh Jesús, Te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por Amor. La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro Tuyo y todos Tus anonadamientos son exclusivamente actos de tu Misericordia y tu Amor inconcebible.
Tú, oh Señor, partiendo de esta tierra deseaste quedarte con nosotros y Tú dejaste a Ti mismo en el Sacramento del Altar y nos abriste de par en par tu Misericordia. No hay miseria que Te pueda agotar; llamaste a todos a esta fuente de Amor, a este manantial de Piedad divina. Aquí está el trono de tu Misericordia, aquí el remedio para nuestras enfermedades. Hacia Ti, oh Fuente viva de Misericordia corren todas las almas: unas como ciervos, sedientos de tu amor, otras para lavar la herida de sus pecados; otras todavía, cansadas de la vida, para tomar fuerzas.
Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste la vida eterna; al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable Fuente de tu Misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenias, es decir, la Sangre y el agua de tu Corazón. He aquí la omnipotencia de tu Misericordia, de ella toda gracia fluye hacia nosotros.
1748 – Adorado seas, oh Dios, en la obra de tu Misericordia,
Bendecido seas por todos los corazones fieles
Sobre los cuales se posa tu mirada,
En los cuales está tu vida inmortal.
Oh mi Jesús de la Misericordia, tu santa vida
sobre la tierra ha sido dolorosa.
Y terminarás tu obra entre terribles tormentos,
Suspendido y extendido en el árbol de la cruz,
Y todo esto por amor a nuestras almas.
Por un amor inconcebible has permitido
abrir tu sacratísimo costado,
Y de tu Corazón brotaron torrentes
de Sangre y Agua
Aquí está la Fuente viva de tu Misericordia,
Aquí las almas encuentran consuelo y alivio.
En el Santísimo Sacramento nos has dejado
tu Misericordia. Tu amor ha provisto
Que caminando por la vida,
los sufrimientos y las fatigas,
No dude yo nunca de tu Bondad y tu Misericordia.
Aunque sobre mi alma pesen
las miserias del mundo entero,
No puedo dudar ni un solo instante,
Sino confiar en la fuerza de la Divina Misericordia,
Porque Dios acoge siempre con bondad
a un alma arrepentida.
Oh inefable Misericordia de nuestro Señor,
Fuente de piedad y de toda dulzura.
Confía, confía oh alma, a pesar de estar
manchada por el pecado,
Porque cuando te acerques a Dios
no probarás amargura.
Porque El es la llama viva de un gran amor,
Cuando nos acercamos a El
Desaparecen nuestras miserias,
pecados y maldades,
El salda nuestras deudas
cuando nos entregamos a El.
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Jesús, en Vos confío