La humildad llena tanto de gozo el corazón que las
humillaciones no lo denigran sino que lo liberan más.
151- Una vez, estaba en la cocina con la Hermana N. y ella se enfadó un poco conmigo y como penitencia me ordenó sentarme en la mesa, mientras ella se puso a trabajar mucho, a arreglar, a fregar, y yo estaba sentada sobre la mesa. Otras hermanas venían y se sorprendían de que estuviera sentada en la mesa, cada una dijo lo que quiso. Una, que yo era holgazana, otra que era extravagante.
En aquel entonces, yo era postulante. Otras decían ‘¿qué clase de hermana será ésta?’ Pero yo no podía bajar, porque aquella hermana me ordenó, bajo obediencia, quedarme sentada hasta que me permitiera bajar. De verdad, solamente Dios sabe cuántos actos de mortificación hice entonces.
184- La Hora Santa. Durante esta hora procuraba meditar la Pasión del Señor. No obstante mi alma fue inundada de gozo y de repente vi al pequeño Niño Jesús. Y su Majestad me penetró y dije: Jesús, Tú eres tan pequeño, pero yo sé que Tú eres mi
Creador y Señor. Y Jesús me contestó: “Lo soy y trato contigo como un niño para enseñarte la humildad y la sencillez”.
335- Una vez, al ver a Jesús bajo la apariencia de un niñito pequeño, pregunté: Jesús, ¿Por qué ahora tratas conmigo tomando el aspecto de un niñito pequeño? Después de todo, yo veo en Ti a Dios Infinito, al Creador y a mi Señor. Jesús me contestó que hasta que yo no aprendiera la sencillez y la humildad, trataría conmigo como un niño pequeño.
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Jesús, en Vos confío