Acompañemos a Jesús en su pasión, delante del Sagrario.
“Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Siéntense aquí, mientras voy allá a orar . Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen conmigo (…). Velen y oren para que no caigan en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil…
¡Qué interesantes enseñanzas ofrecen estos “Sentaos aquí” del Evangelio y las ocasiones en que se mandaban!.
Unas veces se da esa orden después de un día de muchos milagros; otras, después de grandes ovaciones y exaltaciones, orar a continuación de cansancios y ahogos apostólicos, orar en presencia de persecuciones dolorosas.
¿Qué significa eso? ó ¿Qué enseña ese acudir al descanso antes y después de los grandes triunfos de su misericordia sobre nuestra miseria, de su poder sobre nuestras ingratitudes? ¿Tan misteriosa virtud encierra ese descanso?.
Y ése es el “Siéntate aquí” del Sagrario, almas que por buscarle compañía de amor se afanan. Bien está que se pasen los días andando caminos, saltando montes, atravesando ríos, visitando pueblos, llamando de puerta en puerta en busca de almas para sus sagrarios; bien está que quiten a sus noches de sueño horas y horas para alargar sus días de labor; bien está, pero descansen un poco ante su Sagrario antes de empezar su día y después de darle remate.
¡Al Sagrario! Cerrados los ojos y los oídos y la memoria y la imaginación y el pensamiento para todo lo de fuera, ¡a estar con Dios solo! ¡Ya lo sentirán llegar…! y si permanecen quietecitos allí, ya lo oirán hablar, y si no quiere hablar ya verán después cuando regresen al trabajo cómo les hizo o los dejó algo.
Por lo menos esos ratos de descanso delante del Sagrario, les servirán para que aprendan clara y distintamente la parte de Dios y la parte de ustedes en su trabajo pendiente, en el afecto dominante, en la idea que halagan, en el celo, en la virtud, que al parecer los adorna…
San Manuel González
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Jesús, en Vos confío