Salvador Misericordioso, consciente de que soy nada ante tu Majestad, me postro a tus pies y te agradezco las innumerables gracias que te has dignado derramar sobre mí, ingrata criatura, especialmente por liberarme mediante tu Sangre Preciosísima del poder destructor de Satanás.
En presencia de María Santísima, mi Ángel Guardián, mi Santo patrono y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente y de todo corazón, ¡Oh amado Jesús mío!, a tu Sangre Preciosísima, con la que redimiste al mundo del pecado, de la muerte y del Infierno.
Te prometo, con la ayuda de tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la devoción a tu Sangre Preciosísima, que es el precio de nuestra redención, para que tu adorable Sangre sea honrada y glorificada por todos.
De esta forma, quiero reparar mi deslealtad a tu Sangre Preciosísima de amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres cometen en contra del inestimable precio de su salvación.
Que mis propios pecados, mi frialdad, y todos los actos irrespetuosos que haya cometido contra Ti, ¡Oh Santa y Preciosísima Sangre!, queden borrados. Amén.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús en vos confío