Invitación a entregar nuestra alma a Jesús y María para que la
custodien en los sufrimientos interiores.
Entre los sufrimientos de que está sembrada la vida presente para que la consideremos tan sólo como un camino que debe llevarnos al cielo, hay algunos singularmente dolorosos: son las pruebas espirituales. Amarguras en el corazón, en la conciencia y en la devoción: éste es el pan cotidiano de las almas que a una con Jesucristo quieren ser únicamente de Dios.
Quien desea llevar una vida muy interior mediante la oración y una vida más recogida en Dios debe esperarse a mayores sufrimientos interiores, porque el alma se torna más delicada y siente más vivamente la ausencia sensible de Dios; y porque Dios, que es tan interior y tan amigo, hace sentir inmediatamente al alma sus infidelidades para que vuelva al instante al camino del deber.
Las delicadezas de la amistad
Además, Dios utiliza frecuentemente este procedimiento para mantener al alma en el misterio de la obediencia y en la inmolación completa de la razón, y en este estado crucificante el alma se purifica de cuánto puede haber de imperfecto en ella.
En este estado no puede uno fundar su paz interior en las propias acciones, ni en el testimonio interno de la conciencia, sino tan sólo en el acto de fe hecho con una ciega obediencia. Asimismo, conviene que el camino de la tierra prometida no sea demasiado florido y amable; cobraríamos afición al desierto y al camino. Nuestro Señor nos ama demasiado para hacernos felices sin Él y fuera de Él. Nuestra vida sería muy natural si tuviéramos simpatías por ella.
Dejen obrar a nuestro Señor y síganle en todo con amor y agradecimiento.
Un soldado da a conocer lo que es en el campo de batalla, un genio en su obra y una piedad verdadera en la prueba. Si los amara con amor natural pediría con todas mis fuerzas a Dios que los privara de vuestras cruces y tristezas y que los despojara de ustedes mismos; pero no puede causarme enfado ese favorable viento que lleva la navecilla al puerto feliz de Dios: la barca va más rápidamente, aunque más agitada.
Calma y paciencia
En los momentos de prueba, de sufrimiento, de tentaciones, de rebelión, de irritación, entreguen su alma a la santísima Virgen y Jesús nuestro Salvador para que se la guarden. No procedan de otra forma; repitan con el profeta: “Señor, me siento violentado: responde por mí”. Por todo consuelo humano procurad guardar silencio de ustedes mismos y muéstrense exteriormente dulces para poder triunfar sobre sus enemigos y caminar siempre adelante.
El fuego no se analiza, se huye de él.
Tengan su corazón entre las dos manos para poder conservarlo siempre en la paz de nuestro Señor; pero que su paz sea el precio de su guerra, de su pobreza y su paciencia en sobrellevar la aridez espiritual.
Vayan más lejos : agradezcan a Dios con todo el amor el que haya querido purificar la fe de ustedes, acrisolar su caridad, perfeccionar su confianza y obligarlos a ser totalmente suyos en vez de permanecer en los medios que nos conducen a Él.
Amen los sufrimientos que de Dios les vienen; pero no se detengan en el sufrimiento, sino más bien ejercítense en la paciencia, en la sumisión, en el ofrecimiento, en el abandono, que son las virtudes del estado de sufrimiento.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús en vos confío