Algunos consejos para enamorarte de la Eucaristía
y conocer las gracias de las que hablaban los santos.
Los santos comparten entre sí, entre otras cosas, un amor intenso a la Eucaristía, donde Cristo se hace presente. Muchos han dejado escritos bellísimos sobre la comunión y la gran importancia que tenía para sus vidas.
“La Sagrada Eucaristía es la manera más corta y más rápida para llegar al cielo”, decía san Pío X. Y san Maximiliano Kolbe aseguraba que “si los Ángeles pudieran envidiar al hombre, lo harían por una sola razón: la Sagrada Eucaristía”. También santa Teresa de Calcuta decía que “cuando observas el Crucifijo, puedes entender lo mucho que te amó Jesús en ese momento. Cuando miras la Sagrada Hostia, entiendes cuanto te ama Jesús en este momento”.
En una nota en Catholic Exchange, adaptado por Píldoras de Fe, el sacerdote Ed Broom da algunas claves para ayudar a obtener estas joyas presentes en la Eucaristía, llenas de gracias y bendiciones:
- La Santa Misa y la Santa Comunión de su Cuerpo Sangre, Alma y Divinidad
Implora al Señor una gran fe en el sublime misterio de la Santa Eucaristía. Que podamos decir como el Apóstol Santo Tomas: “Señor mío y Dios mío”. También podemos orar como el hombre del evangelio: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”. - Visita a Jesús Sacramentado
Haz un hábito de ir a visitar al Santísimo tan frecuentemente como te sea posible. Cada vez que veo un templo, trato de entrar a visitarlo para que cuando yo muera y vaya a su Presencia, el Señor no me mire y diga: “¿Quién eres? No te conozco”. En una amistad verdadera, los amigos charlan y disfrutan de su compañía. - Comunión Espiritual
San Alfonso María de Ligorio y posteriormente Benedicto XVI en su documento de exhortación apostólica sobre la Eucaristía Sacramentum Caritatis recomendaron la práctica frecuente de la Comunión Espiritual.
Puede hacerse de una manera muy simple y tan frecuentemente como tu corazón lo desee. - Quince Minutos
Hace algunos años se hizo la publicación de un pequeño folleto llamado “Los quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado”, dirigido a iniciar un pequeño y profundo diálogo con Él. Básicamente, Jesús quiere ser nuestro mejor Amigo y nos reta a que le abramos nuestro corazón y le contemos nuestros secretos, ya que solo Él puede comprendernos y sanarnos. - La Hora Santa
Puedes hacer el hábito de pasar una hora diaria frente al Santísimo Sacramento, ello transformará tu vida si perseveras en esta práctica.
El siervo de Dios, el arz. Fulton J. Sheen que practicó diariamente la Hora Santa por quince años, la llamaba “La hora poderosa”. - Adornar y embellecer los Templos y la Eucaristía
Una mujer derramó su costoso perfume de nardo en los pies de Jesús, ella lloró y sus lágrimas rodaron en los pies de Jesús; al final, ella secó las lágrimas con su cabello (Lucas 7,36-50).
El arz. Fulton J. Sheen hacía hincapié de que este gesto simbólico de amor y atención debemos manifestarlo en la manera en que adornamos y procuramos la belleza en las iglesias, templos y tabernáculos donde mora Jesús.
El Cura de Ars viajaba largas distancias y gastaba grandes sumas de dinero en comprar solo lo mejor para su pequeña Iglesia. ¿Por qué? por la simple razón de que Jesús es el Rey de Reyes y Señor de Señores, y aun así se digna morar en el Tabernáculo y descender de los Cielos en las manos del sacerdote en cada hostia consagrada. - La Santa Misa y la Eucaristía
Por supuesto que la mejor acción en todo el universo es la celebración del santo sacrificio de la Misa. El mejor gesto que cualquier ser humano puede hacer es asistir a misa y recibir la Santa Comunión con fe, devoción, veneración y especialmente con gran amor.
Cuando te sea posible, asiste a misa a diario y llega a tiempo para prepararte. Y recibe la sagrada comunión como si fuera la primera vez, la última vez y la única vez.
No corras para irte al terminar la Misa; a su vez, dedica un tiempo para dar abundantes gracias a Jesús por tan hermoso regalo. De hecho, la palabra proviene del griego, eucharistía, que significa “acción de gracias”. - Ser “misionero eucarístico”
Una vez que María recibió a Jesús en la Anunciación, se dispuso rápidamente a ir y llevarlo con su prima Isabel. De la misma manera, debemos llevar a Jesús con otros y otros a Jesús.
Encuentra el tiempo, la forma y la iniciativa para invitar a las almas de regreso a la Iglesia. Ojalá, él o ella realice una buena confesión y regrese a recibir el Santo Sacramento en unión amorosa con Dios Padre, a semejanza del hijo pródigo. Todo se puede lograr si tienes fe en que Dios tendrá el control mientras que tú tengas la iniciativa para recibirlos de nuevo.
(Fuente: Religionenlibertad/Adaptación)
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Jesús en vos confío