Antonio María Claret nació en Sallent (Barcelona), España, en una familia cristiana, dedicada a la fabricación textil.
En el aspecto religioso está marcado por la vivencia de la Providencia y por la idea de la eternidad. Su piedad se ve influida por la devoción a la Virgen María y a la Eucaristía.
A los 22 años ingresa en el seminario de Vic, pero quería ser monje cartujo.
Cuando se dirige a la cartuja de Montealegre, al año siguiente, una tormenta lo obliga a retroceder y su sueño de vida retirada empieza a desvanecerse.
El 13 de junio de 1835 recibe la ordenación sacerdotal porque su obispo veía en él algo extraordinario. Queda encargado de su parroquia natal, Sallent. Pero la parroquia no era lo suyo.
Tras visitar Roma y hacer una experiencia de noviciado en la Compañía de Jesús vuelve a España. Recorre casi toda Cataluña de 1843 a 1847, predicando la Palabra de Dios. Publicó numerosos libros y fundó la Librería Religiosa, en 1848.
De vuelta en Cataluña, en julio de 1849, funda en una celda del seminario de Vic la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
La gran obra de Claret comienza humildemente con cinco sacerdotes dotados del mismo espíritu que el fundador. A los pocos días, el 11 de agosto, le comunican su nombramiento como arzobispo de Cuba, donde hizo mucho bien. Tras ver multiplicarse su obra fallece en el monasterio cisterciense de Fontfroide, a los 63 años, rodeado del afecto de los monjes y de algunos de sus misioneros, era el 24 de octubre de 1870.
Fue beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934. Pío XII lo canoniza el 7 de mayo de 1950.
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Jesús, en Vos confío