Evangelio
En aquel tiempo: Un escriba se acercó y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos». El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que El, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
San Marcos 12, 28b-34
Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
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Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co.
Aquel escriba que preguntó a Jesús conocía de niño el primer mandamiento -no podía no saberlo-. Entonces, ¿para qué preguntó? Porque había entre los escribas una corriente teológica predominante que había casi impuesto una visión como “comercial” con Dios: cumple todo y obtén beneficios, más bien materiales, además de politizarse la fe como un lugar de poder. El escriba no quería esto, menos Jesús, y por eso aquel no estaba lejos del Corazón de Jesús.
Propósito del día
Ofreceré la Santa Misa por la santidad de los sacerdotes
y religiosas.
Santos del día: san Guénael, abad
En el siglo VI estuvo al frente de la abadía de Landevenec, en Francia, sucediendo a san Guenolé. Luego fue a Irlanda a conocer su vida monástica y se quedó allí 34 años. Al regresar a Bretaña fundó un nuevo monasterio, cerca de Lorient, donde murió tiempo después, en el año 590.
Liturgia del día
31º Domingo durante el año. Verde.
Tercera semana para el Salterio.
Reflexión para las tres de la tarde
Mientras estiran su mano izquierda para clavarla, su mano derecha, ya clavada se estira también desgarrándose la carne con el clavo y brotando más Sangre. En su Corazón, Jesús suplica por aquellos hombres a los que no les tiembla la mano para pecar.
“Haz de mí lo que quieras”
Oración de abandono, de san Carlos de Foucauld
Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre. Amén.
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Jesús, en Vos confío