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Evangelio de hoy y la Divina Misericordia: 28 de enero de 2025

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Evangelio 

Llegaron su Madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: “Tu Madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”.
El les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de El, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
San Marcos 3, 31-35

Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co. 

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Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co. 

Sería una blasfemia pensar que el Señor “ningunea” o desconoce a su Madre, y doblemente grave dado que El mismo no vino a abolir el cuarto Mandamiento sino a darle plenitud.
En este bendito hecho y palabras debemos contemplar el infinito Gozo y Amor que Dios tiene de aunar, asociar, reunir o transformar en una misma familia a todos los que, haciendo su Voluntad, se unen a su Amor Infinito. Todos somos invitados y elevados a esta unión, ¿por qué seguimos siendo tan esclavos de nuestro ego?

Propósito del día 

Ofreceré al Señor, sin quejarme, las pequeñas dificultades de mi día.

Santos del día: santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia 

Es el más grande sabio de la Iglesia Católica y nació en 1225, en el Castillo de Aquino, cerca de Nápoles. Ingresó en la orden de santo Domingo y toda su vida la dedicó al estudio y a la enseñanza de la Teología. Su “Suma Teológica”, que el Concilio de Trento colocó en la sala de sesiones junto a la Biblia, es el monumento perenne de su genio. Murió en 1274.

Liturgia del día 

Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia.
Blanco. Memoria obligatoria.
Lecturas: Heb 10, 1-10 / Sal 39, 2.4ab.7-11

Reflexión para las tres de la tarde 

Pusieron a Jesús sus vestiduras para que la gente lo identificara, pues por los flagelos estaba irreconocible. Y lo pasearon por la ciudad, para hacer parecer con su condena que sus milagros y predicaciones eran falsas y así quedar como un impostor.

Madre de Dios y madre nuestra
De san Juan Pablo II sobre la Madre de Dios

“La Iglesia venera especialmente la Maternidad de María […]. La vemos, pues, como en tantos cuadros y esculturas, con el Niño en brazos, con el Niño en su seno. Madre. La que ha engendrado y alimentado al Hijo de Dios. Madre de Cristo. No hay imagen más conocida y que hable de modo más sencillo sobre el misterio del nacimiento del Señor, como la de la Madre con Jesús en brazos. ¿Acaso no es esta imagen la fuente de nuestra confianza singular? ¿No es ésta la imagen que nos permite vivir en el ámbito de todos los misterios de nuestra fe y, al contemplarlos como «divinos», considerarlos a un tiempo tan «humanos»?”.

Su Pasión: Luz infinita
De los escritos de santo Tomás de Aquino

La Pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la Cruz y apetecer lo que Cristo allí apeteció. En la Cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes.
Si buscas un ejemplo de amor: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Esto es lo que hizo Cristo en la Cruz. Y, por esto, si El entregó su vida por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier mal que tengamos que sufrir por El.
Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la Cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo en la Cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su Pasión “no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca” (Hch 8, 32). Grande fue la paciencia de Cristo en la Cruz: “Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la Cruz, despreciando la ignominia” (Heb 12, 2).
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al Crucificado: El, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir. Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: “Si por la desobediencia de uno -es decir, de Adán- todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos” (Rom 5, 19).
Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas terrenas, imita a aquel que es “Rey de reyes y Señor de los señores, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer” (Col 2, 3), desnudo en la Cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas, a quien, finalmente, dieron a beber hiel y vinagre.
No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya que “se repartieron mis ropas” (Mt 27, 35); ni a los honores, ya que El experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que “le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado” (Mt 27, 29); ni a los placeres, ya que “para mi sed me dieron vinagre“ (Jn 19, 28-29).

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Jesús, en Vos confío

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