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Evangelio de hoy y la Divina Misericordia: 29 de enero de 2025

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Evangelio 

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a El, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
“¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno”. Y decía: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de El junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: “A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón”. Jesús les dijo: “¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?.
El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y ésta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno”.
San Marcos 4, 1-20

Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co. 

Click en la imagen para ver el video

Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co. 

Si la semilla, la Palabra de Dios, no da frutos de santidad en nuestra vida entonces estamos ahogándola, con peligro de condenación. El primer fruto es vivir en gracia de Dios, que establece la unión o comunión con El. El pecado mortal que nos hace perder la gracia, destruye la comunión con El, lo expulsa de nuestra alma. El segundo fruto es la salvación eterna. Podemos decir que el tercer fruto es la colaboración en la salvación de otras almas. Si no, ¿en qué frutos pensamos?. ¿Salud, dinero, bienestar?. Eso lo da también el demonio y lo usa para matar la semilla. No confundamos gracia con bienestar.

Propósito del día 

Daré una limosna de mi dinero, o de mis cosas, mi tiempo, mi sonrisa.

Santos del día: san Valerio de Tréveris 

Originario de Tréveris, Alemania, fue nombrado, a mediados del siglo III, como segundo obispo de su ciudad natal; sucediendo en el cargo a Eucario. No se conoce la fecha exacta de su muerte, pero se sabe que fue sepultado en Tréveris junto a su predecesor.

Liturgia del día 

Feria. Verde.
Lecturas: Heb 10, 11-18 / Sal 109, 1-4

Reflexión para las tres de la tarde 

Llegó el momento de cargar la cruz, y Jesús se abrazó amoroso a ella, y llevándola
El mismo a cuestas, subió hacia el Calvario. En ese abrazo, Jesús, transformó su
Cruz en un instrumento de Amor.

¡Madre, mírame!
De san Alberto Hurtado, sobre la Madre de Dios

¡Madre mía querida
y muy querida!
Ahora que ves en tus brazos
a ese bello Niño
no te olvides
de este siervo tuyo,
aunque sea por compasión
mírame;
ya sé que te cuesta apartar
los ojos de Jesús
para ponerlos en mis miserias,
pero, Madre, si Tú no me miras,
¿cómo se disiparán mis penas?
Si Tú no te vuelves
hacia mi rincón,
¿quién se acordará de mí?
Si Tú no me miras,
Jesús que tiene sus ojitos
clavados en los tuyos,
no me mirará.
Si Tú me miras,
El seguirá tu mirada
y me verá
y entonces con que le digas
“¡pobrecito! necesita
nuestra ayuda”
Jesús me atraerá a Sí
y me bendecirá
y lo amaré y me dará fuerza
y alegría,
confianza y desprendimiento.
Me llenará de su amor
y de tu amor
y trabajaré mucho por El
y por Ti,
haré que todos te amen
y amándote se salvarán.
¡Madre!
¡Y sólo con que me mires!

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Jesús, en Vos confío

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