InicioServiciosSanto del mes: 06, Santo Domingo Savio. El pequeño gigante de santidad

Santo del mes: 06, Santo Domingo Savio. El pequeño gigante de santidad

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Partió a la Casa del Padre con sólo 15 años. Todos los días dejaba
de ir al recreo para visitar el Santísimo Sacramento

Fue el segundo de los diez hijos de Carlo, un herrero, y Brígida, una costurera. Domingo nació el 2 de abril de 1842 y fue bautizado el mismo día.
Desde pequeño le agradaba mucho ayudar a la Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: “Prefiero morir antes que pecar”.
Iba a la escuela caminando unos quince kilómetros al día, por caminos inseguros, pero cuando se le preguntó si tenía miedo su respuesta fue: “¡Sin miedo! No estoy solo. Tengo al Ángel Guardián que me acompaña”.
En 1854, conoció a Don Bosco, le expresó su deseo de estudiar para ser sacerdote y el santo educador decidió convertirlo en su alumno en el oratorio de Valdocco, en Turín. Una tarde, el maestro le dirigió estas palabras a él y a los otros niños. “Es la voluntad de Dios que nos hagamos santos. Dios nos prepara un gran premio en el cielo si nos hacemos santos”. Así que le pidió a Don Bosco que lo ayudara con esa obra y sintió el deseo de responder sirviendo al Señor con alegría.
En su crecimiento hacia la santidad, Domingo comenzó a confesarse cada ocho días e ir a misa todos los días, recibiendo siempre la Eucaristía. Amenizaba los juegos, enseñó el catecismo a sus amigos y era su guía y pacificador. No tenía miedo de tomar decisiones incómodas, como cuando rompió periódicos obscenos traídos al oratorio por un niño más fuerte que él, o cuando despidió a un protestante que se había acercado para difundir sus ideas religiosas a los otros niños. La madre de Don Bosco, entre otros, pronto se dio cuenta de su santidad.
La venerable Margarita Occhiena le dijo a su hijo: “Tienes muchos jóvenes buenos, pero nadie supera el hermoso corazón y el alma de Domingo. Siempre lo veo rezando, quedándose en la iglesia incluso después de los demás; todos los días deja de ir al recreo para visitar el Santísimo Sacramento. Está en la iglesia como un ángel que habita en el Paraíso”.
Fundó la Compañía de la Inmaculada en 1856. En la iniciativa de la fundación involucró a sus mejores amigos, a quienes dijo: “Unámonos, fundemos una compañía para ayudar a Don Bosco a salvar muchas almas”. En la epidemia de cólera de 1854-1856, Domingo se ofreció como voluntario para ayudar a los enfermos. Posteriormente por su salud frágil enfermó de tuberculosis.
El 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama. Y a eso de las 9 de la noche exclamó: “Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo” y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.
(Fuente: Agencias)

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