Pedagogo de la Eucaristía y santo
Es llamando el “pedagogo de la Eucaristía”, devoción que difundió por doquier.
Fue un gran sacerdote que se dejó llevar por esta honda convicción: “santificarse para santificar a los demás”.
Originario de Bélgica, nació en 1890. Luego de ordenarse sacerdote se dedicó a propagar en toda la región de Flandes, una profunda devoción cristiana y hacia la Eucaristía.
Murió en el año 1924 y fue beatificado por el papa san Juan Pablo II, en el año 1999.
Por su amor a la cruz redentora elegía a san Francisco de Asís, aunque también se sentía cercano a san Luís María Grignon de Montfort en su devoción a María. Pensando en la misión sacerdotal, tuvo claro que la santidad se transmite si se vive en primera persona: “Santificarse para santificar a los demás”.
Profundo amor eucarístico
Prodigó la misericordia a manos llenas: socorría a todas las personas que vivían situaciones de marginación, pobreza, enfermedad, a los niños y moribundos. Sorprendentemente, multiplicaba las horas de adoración delante de la Eucaristía. De ella brotaba el manantial de bondad que derramaba a manos llenas. A un sacerdote que se interesó por él al verlo ante el altar, le respondió: «…Le estoy haciendo compañía a Nuestro Señor. Me encuentro demasiado cansado para hablarle, así que estoy descansando a su lado».
Difundió entre los niños su profunda devoción por la Eucaristía a través del semanario ilustrado “Zonneland” (País del Sol), de su autoría. Y su “Método educativo eucarístico” fue calificado por el cardenal Mercier como una obra maestra. Es considerado por muchos “pedagogo de la Eucaristía”. Promovió asociaciones seglares y sacerdotales, incluyendo la renovación litúrgica y catequética. Creó el Círculo del Catecismo y una Liga de Comunión.
Sufrió mucho cuando le indicaban que se alejara de sus campos de acción apostólica, y siempre obedeciendo rogaba a Cristo que le ayudase. “¡Sufrir y obedecer!”, escribía tomando como modelo al Salvador y a San José. Los frutos apostólicos se multiplicaban.
Casi al final de su vida fue capellán de una comunidad religiosa en Moerzeke. Se dedicó a la contemplación, al estudio y a la predicación. Escribió contra el marxismo, el materialismo y la secularización.
Fue de salud débil toda su vida y tuvo periodos largos en los que se vio obligado a permanecer en cama. Según confió en su última carta a su director espiritual, se ofreció a Cristo por las vocaciones, especialmente las sacerdotales.
La muerte le sorprendió paralizando su corazón, después de tres crisis cardíacas, el 10 de junio de 1924 mientras se hallaba en Leopoldsburgo. Había llegado en 1922 para asistir a los sacerdotes que cumplían servicio militar.
Tenía 34 años.
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Jesús, en Vos confío