Evangelio
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a El, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!” El les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” San Mateo 8, 23-27
Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co.
Esta es la gran batalla de cada ser humano: el miedo o la confianza. Pero no a la situación política y económica, sino ante la vida de cara a Dios. El mar es la vida de cada uno, la tempestad es aquella dificultad que amenaza y cae siempre sobre nuestro viaje; el mundo
nos dice: solo estás tú, nadie se entera, sálvate a ti mismo, no podrás seguir, te hundirás… Pero la confianza está dirigida a la bondad de un Dios que es más fuerte que el mal, que no nos deja nunca y que nos enseña a amar.
Propósito del día
Suplicaré a la Preciosísima Sangre de Cristo que proteja y santifique
a toda la Iglesia y a mi familia.
Santos del día: San Oliverio, obispo y mártir
Irlandés, nacido en 1626, fue arzobispo de Armagh y primado de Irlanda.
Sostuvo la Iglesia, debilitada por los protestantes. Fue acusado de traidor
por propagar la religión católica y tras ser cruelmente torturado, fue ahorcado y descuartizado en 1681. NR: Luego de su muerte cesó la gran persecución.
Liturgia del día
Feria. Verde/ Preciosísima Sangre de Cristo. Rojo. Memoria
libre (Misa votiva) / Lecturas: Gn 19, 15-29/ S.R. 25, 2-3.9-12
Reflexión para las tres de la tarde
Salió Jesús coronado de espinas y revestido
con un manto de púrpura. Mira, alma
mía, a tu Salvador puesto en el balcón
maniatado y sujeto a los caprichos de un
verdugo. Míralo bañado en Sangre.
Sangre Preciosísima Del p. Rufino María Grández, ofmcap
Embriágame de dulzura, Sangre de Cristo preciosa, y que el alma silenciosa sienta el amor que le cura. Embriágame de Pasión, Sangre por mí derramada, para que en mí no haya nada extraño a su Corazón. Embriágame de pureza, Sangre de Dios virginal, para que el hombre animal no profane mi grandeza. Embriágame de bondad, Sangre santa del Calvario, para que no haya adversario que ofenda tu santidad. Embriágame hasta perder
el raciocinio y sentido, que, al verme de Dios transido, Dios será mi amanecer.
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Jesús, en Vos confío
