Evangelio
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dio a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. San Juan 11, 19-27
Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
¿Creemos que Cristo es Dios? ¿Creemos que todo está en sus manos? Veamos nuestras obras y respondámonos. Y no lo digo para “arrancarle” milagros como el de Lázaro,
sino para estar dispuestos a vivir para El y morir por El. Jesucristo es Dios, digno de todo amor y de toda gloria, de todo reconocimiento y de todo sacrificio. No se trata de “creerle”
en el momento de obtener un beneficio. En medio de las cruces, confesémoslo:
Tú eres Dios, Tú eres el Mesías, el único Salvador.
Propósito del día
Prepararé mi Confesión para terminar el mes.
Santos del día: Santa Marta, virgen
En su casa de Betania solía alojarse Jesús, de quien junto a sus hermanos Lázaro y María, eran sus amigos, y como era la mayor, se ocupaba de los quehaceres y atenciones de la casa y las visitas. Luego de la Ascensión del Señor, Marta y su familia fueron deportados y se establecieron en Marsella, en Francia, donde fundó el primer monasterio femenino al que ingresó hasta su muerte en el año 84. NR: En su sepulcro comenzaron a
obrarse milagros constantes.
Liturgia del día
Santos Marta, María y Lázaro. Memoria obligatoria.
Blanco.
Lecturas: Ex 33, 7-11; 34, 5b-9.28/ S.R. 102, 6-13
Reflexión para las tres de la tarde
¡Ah, Jesús mío!, qué grandes sentimientos de amor alimentas en tu Corazón mientras
caminas hacia el Calvario, donde vas a consumar el gran sacrificio de tu Vida
por la salvación de los pobres pecadores.
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Jesús, en Vos confío
