Evangelio
Jesús dijo a sus discípulos: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra,
¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir
un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No,
les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco
miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos
contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre
contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la
nuera contra la suegra.” San Lucas 12, 49-53
Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff, co.
Queramos o no, siempre nos dividirán dos fuegos. Si bien pueden
estar mezclados al principio, luego se definen totalmente: el
fuego de la carne, que arde en las pasiones de la avaricia, ira, lujuria,
por un equipo de fútbol, por la política, etc.; es el fuego de la
carne que continua en el fuego del Infierno. Y el fuego de la caridad:
que arde en el sacrificio por el otro, en la paciencia, la humildad,
en la defensa de la vida, la familia, la fe, la verdad eterna, el
odio al pecado; este fuego continúa en el Cielo, y es amor puro.
Propósito del día
Ofrecer mi Comunión sacramental o espiritual por aquellos que han perdido la fe.
Santos del día: Santa Juana Delanoue
Francesa nacida en 1666 en Saumur, al morir sus padres acogió primeramente en su casa a huérfanas, ancianas y mujeres enfermas y de mala vida, luego fundó con algunas
compañeras, el Instituto de Hermanas de Santa Ana y de la
Providencia. Murió en 1736.
Liturgia del día
20º Domingo durante el año. Verde.
Cuarta semana del Salterio.
Reflexión para las tres de la tarde
María, llena de dolor, trata de despedir a Hijo, pero no puede articular palabra
al ver el dolor de Jesús. María, en su delirio de amor le dice: “¡Hijo mío, te bendigo!
¡Qué amarga separación, más cruel que la misma muerte!”.
Ofrecimiento a la Trinidad Oración antes de la Santa Misa
Recibe, oh Santísima Trinidad, este Santo Sacrificio del Cuerpo y la Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo, que nosotros, tus indignos siervos, deseamos
ahora ofrecerte por manos de tu ministro, con todos los sacrificios que alguna
vez se te han ofrecido o se te ofrecerán, en unión con ese Santo Sacrificio ofrecido
por Jesucristo Nuestro Señor en la Ultima Cena y en el Altar de la Cruz.
Te lo ofrecemos con el mayor afecto y devoción, por puro amor a tu Infinita
Bondad, y según la santísima intención del mismo Cristo Nuestro Señor y de
nuestra Santa Madre la Iglesia. Oh Dios, todopoderoso y misericordioso,
concédenos por este Santo Sacrificio, alegría y paz, una vida más santa,
tiempo para hacer penitencia, gracia y consuelo del Espíritu Santo y perseverancia
en las buenas obras. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
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Jesús, en Vos confío
