Evangelio
Jesús dijo a la multitud: “Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos padece violencia, y sólo los violentos lo arrebatan. Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. ¡El que tenga oídos, que oiga!” San Mateo 11, 11-15
Ver video con reflexion del Evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co.
San Juan Bautista es el primer predicador del Reino de los Cielos. Porque es el primero en predicar sobre Jesucristo, su mesianidad, el don maravilloso de su Persona y la salvación universal que brota de Aquel que es el “Cordero de Dios” que quita los pecados del mundo. Y no sólo hablando con la verdad, sino también tanto con la voz de su intachable vida y la voz de su valiente martirio. Su muerte anticipó y de algún modo imitó a la de Jesucristo.
Popósito del día
Buscar reconciliación con alguien o rezar por quien me cuesta perdonar.
Santos del día: San Dámaso I, papa
Es el primer papa de habla hispana elegido en el 366. Encargó a san Jerónimo la traducción latina de la Biblia, conocida como “La Vulgata”. Levantó la basílica de San Lorenzo y convocó al II Concilio de Constantinopla, donde salió la fórmula oficial del Credo. Con 80 años murió en el 384. NR: Apoyó enérgicamente a san Ambrosio en su lucha contra el arrianismo en Milán.
Liturgia del día
Feria. Morado / San Dámaso I, papa. Memoria libre. Blanco. Lecturas: Is 41, 13-20 / S.R. 144, 1.9-13ab
Reflexión para las tres de la tarde
El pueblo, viendo pasar a Jesús con una túnica blanca comenzaron a burlarse de El tratándolo como un loco mientras le arrojaban todo tipo de inmundicias. Jesús los miraba con amor, pero más de uno le gritaba: “No me mires”.
Ya viene el Señor Himno de Adviento
Verbo que del Cielo bajas, Luz del Padre que, naciendo, socorres al mundo mísero con el correr de los tiempos: Ilumina el corazón, quema de amor nuestro pecho, y borren tus enseñanzas tantos deslices y yerros, para que, cuando regreses como Juez de nuestros hechos, castigues el mal oculto y corones a los buenos.
Que la maldad no nos lance por nuestras culpas al fuego, mas felices moradores nos veamos en tu Reino. A Dios Padre y a su Hijo gloria y honor tributemos, y al Espíritu Paráclito, por los siglos sempiternos. Amén.
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