InicioEvangelio del día y la Divina MisericordiaEvangelio de hoy y la Divina Misericordia: 24 de diciembre de 2025

Evangelio de hoy y la Divina Misericordia: 24 de diciembre de 2025

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Evangelio

Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del Cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. San Lucas 1, 67-79

Ver video con reflexion del Evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.

Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff, co.

Esta noche triunfa el Amor de Dios. Nada ni nadie pudo detenerlo en darse totalmente a nosotros, y no sólo esta Nochebuena sino, diariamente, en la Santísima Eucaristía.
Siempre es así: Dios triunfa en lo verdadero y real, que nosotros consideramos poco importante -por culpa del mismo pecado-: El vence sobre el pecado, vence en la pobreza, vence en la Cruz, vence en la Eucaristía. Acojamos este inmenso caudal de luz divina, en silencio, en nuestro corazón.

Popósito del día

Ofrecer un rato de oración en silencio, agradeciendo la Encarnación. Rezar los misterios gozosos en familia si es posible.

Santos del día: Nochebuena

Toda la cristiandad, en las más variadas lenguas, ha dado en llamar a la noche del 24 al 25 de diciembre “Nochebuena”. Es que el Hijo de Dios, hecho hombre en el seno de María Virgen por obra y gracia del Espíritu Santo, nació en una noche como esta en Belén, sin más testigos que José y María y un coro de ángeles que saludaron con cánticos su aparición en la tierra. Este nacimiento temporal del hijo de María y del Hijo de Dios se celebra en la Misa llamada “del gallo” porque se celebraba antiguamente justo al primer
canto del gallo.

Liturgia del día

Feria. Morado. Lecturas: 2 Sam 7, 1-5.8b-12.14a.16 / S.R. 88, 2-5.27.29
De la Noche: Is 9, 1-6/ S.R. 95, 1-3.11-13/ Tito 2, 11-14

Reflexión para las tres de la tarde

Estando el Salvador en el suelo, los verdugos apoderados por demonios comenzaron
a azotar a Jesús en el suelo mientras por cada azote blasfemaban contra El burlándose de su Reino y de que se llamaba Rey.

Oh Noche Luminosa de Salvación Exclamaciones y gemidos de la humanidad sedienta del Redentor

“¡Oh Noche refulgente y gozosa, que conociste
el momento en que la Palabra omnipotente del Padre
celestial fue pronunciada sobre la Tierra!
¡Oh Noche de amor y felicidad, en que exultaron
de júbilo los Coros angelicales!
¡Oh Noche majestuosa, por ti suspiraban los
Justos del Antiguo Testamento!
¡Oh sublime Noche de fulgores, esperada ansiosamente
por la humanidad sedienta de amor!
¡Oh Noche excelsa y sacrosanta, que presenciaste
a la naturaleza expectante, mientras aguardaba
el brote del Eterno Retoño!
¡Oh Noche más clara que el día y más brillante
que las estrellas, que anunciaste el Nacimiento del
Mesías, Astro de preciosos resplandores!
¡Oh misteriosa Noche de gracia, que acompañaste
en el parto a la Rosa Mística, quien, por el
rocío del Espíritu, daba a luz al perenne Pimpollo!
¡Oh Noche de delicias, que saboreaste el Fruto
dulce nacido de la fragante Flor!
¡Oh Noche radiante y solemne, que custodiaste
junto al santo Carpintero, los tesoros más preciosos
del universo: El Hombre-Dios y la Madre-Virgen!
¡Oh Noche sacratísima, permite que nos asociemos
a tu glorioso esplendor mediante la evocación
de los profundos misterios que nos revelas: el
Nacimiento de la Luz conciliadora, la manifestación
de la Sabiduría eterna e increada, la visita del
Amor encarnado y la Venida del Maná verdadero,
Jesucristo, Hijo Unico del Eterno Padre!”

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