Anteriormente nuestra santa había tenido visiones del Purgatorio y del Infierno. Cuando la debilidad la había confinado a la cama, anotó la siguiente visión del Paraíso.
777- Hoy, en espíritu, estuve en el Cielo y vi estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos espera después de la muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y gloria que las hizo felices vuelve a la Fuente y ellas entran en la profundidad de Dios, contemplan la vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nunca entenderán ni penetrarán.
Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero siempre nueva, brotando para hacer felices a todas las criaturas. Ahora comprendo a san Pablo que dijo: “Ni el ojo vio, ni oído oyó, ni entró al corazón del hombre, lo que Dios preparó para los que le aman”.
778- Y Dios me dio a conocer una sola y única cosa que a sus ojos tiene el valor infinito, y éste es el amor de Dios, amor, amor y una vez más amor, y con un acto de amor puro de Dios nada puede compararse. Oh, qué inefables favores Dios concede al alma que lo ama sinceramente. Oh, felices las almas que ya aquí en la tierra gozan de sus particulares favores, y éstas son las almas pequeñas y humildes.
779- Esta gran Majestad de Dios que conocí más profundamente, que los espíritus celestes adoran según el grado de la gracia y la jerarquía en que se dividen; al ver esta potencia y esta grandeza de Dios, mi alma no fue conmovida por espanto ni por temor, no, no absolutamente no. Mi alma fue llenada de paz y amor, y cuanto más conozco a Dios tanto más me alegro de que El sea así. Y gozo inmensamente de su grandeza y me alegro de ser tan pequeña, porque por ser yo tan pequeña, me lleva en sus brazos y me tiene junto a su Corazón.
780- Oh Dios mío, qué lástima me dan los hombres que no creen en la vida eterna; cuánto ruego por ellos para que los envuelva el rayo de la Misericordia y para que Dios los abrace a su seno paterno. Oh Amor, oh Rey.
781- El amor no conoce temor, pasa por todos los coros angélicos que hacen guardia delante de su trono. No tiene miedo de nadie; alcanza a Dios y se sumerge en El como en su único tesoro. El querubín con la espada de fuego que vigila el Paraíso, no tiene poder sobre él. Oh, puro amor de Dios, qué inmenso e incomparable eres. Oh, si las almas conocieran tu fuerza.
783- Tengo que vigilarme mucho, sobre todo hoy, porque empieza a envolverme una excesiva sensibilidad por todo. Las cosas que, estando yo de buena salud, no llamarían mi atención, hoy me irritan. Oh Jesús mío, mi escudo y mi fuerza, concédeme la gracia de salir victoriosa de tales circunstancias. Oh Jesús mío, transfórmame en Ti con el poder de tu Amor, para que sea un digno instrumento para proclamar tu Misericordia.
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Jesús, en Vos confío