Preparándonos para la Venida del Señor, meditemos
con santa Faustina su vivencia de la Natividad.
844- […] Mientras atravesaba la ciudad me imaginaba que era Belén. Al ver que toda la gente iba con prisa pensé: ¿Quién medita hoy este Misterio inconcebible en el recogimiento y en silencio? Oh Virgen Purísima, Tú estás hoy de viaje y yo también estoy de viaje. Siento que el viaje de hoy tiene su significado, Oh Virgen radiante, pura como el cristal, toda sumergida en Dios, te ofrezco mi vida interior, arregla todo de manera que sea agradable a tu Hijo; oh Madre mía, yo deseo con muchísimo ardor que me des al pequeño Jesús durante la Misa de Medianoche […].
846- Misa de Medianoche.
Durante la Santa Misa la presencia de Dios me penetró por completo. Un momento antes de la elevación, vi a la Madre y al pequeño Niño Jesús, y al viejo Abuelo. La Santísima Virgen me dijo estas palabras: “Hija mía, Faustina, toma este tesoro preciosísimo”, y me dio al pequeño Jesús. Cuando tomé a Jesús en brazos, mi alma experimentó un gozo tan inconcebible que no estoy en condiciones de describirlo. Pero una cosa extraña, un momento después Jesús se hizo terrible, horroroso, grande, doliente, y la visión desapareció.
Poco después llegó el momento de acercarse a la Santa Comunión. Cuando recibí a Jesús en la Santa Comunión, toda mi alma temblaba bajo la influencia de la presencia de Dios […].
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Jesús, en Vos confío