Evangelio
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a El, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!” El les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”
San Mateo 8, 23-27
Video con reflexión del evangelio p. Germán Saksonoff co.
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Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co.
Jesús reprende a los apóstoles en este evangelio su falta de confianza, y sin embargo le costará mucho más obtenerla. Jesús reprende al viento y al mar e inmediatamente estos le obedecen. Es más fácil calmar el mar y el viento que “domar” voluntades al bien. Por eso, cada conversión, cada persona que acepta confiar en El, creerle y amarlo de corazón, es un milagro más grande que crear mares y mundos.
Propósito del día
Daré gracias a mi ángel de la guarda por cuidarme y por los miles
de detalles en los que me auxilia permanentemente.
Santos del día: san Lidano, abad
Nació en Antino, Italia, en 1026, y con sólo 9 años ingresó en el monasterio de Montecassino. Con permiso de su abad, -cerca del monte Antoniano- construyó un monasterio e iglesia con lo heredado de su familia; vivió allí por 72 años y fue su abad. Murió en 1118.
NR: Sus reliquias se veneran en la catedral de Sezze, ciudad de la que es patrono.
Liturgia del día
Feria. Verde.
Lecturas: Amós 3, 1-8; 4, 11-12/ Sal 5, 5-8
Reflexión para las tres de la tarde
Obligaron a Simón de Cirene a llevar la Cruz detrás de Jesús, de modo que él sostenía el extremo que se iba arrastrando en el suelo, y Jesús iba convirtiendo su corazón con su Misericordia.
Compañero fiel y protector
Oración a nuestro Angel Custodio
Santo Angel, mi guía celestial, a quien tantas veces he entristecido con mis pecados, no me abandones, te lo ruego. Ayúdame a conservar la vida de la gracia.
En medio de los peligros, no me retires tu apoyo. No me pierdas de vista ni un solo instante, sino que tus amables inspiraciones dirijan y fortifiquen mi alma, reanimen mi corazón desfallecido y casi apagado, porque está sin amor: comunícale el ardor de tu caridad a fin de que cuando llegue al término de esta vida pueda en tu compañía y la de todos los Angeles obtener la vida eterna y ver sin cesar a Jesús, amarlo, alabarlo y bendecirlo. Amén.
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Jesús, en Vos confío
