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Evangelio de hoy y la Divina Misericordia: 20 de agosto de 2025

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Evangelio

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’ Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’ Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.” San Mateo 19, 30—20, 16

Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.

 

 

Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff, co.

Dios quiere dar y darse. Su Amor lo traiciona y sólo ve cuánto y cómo darse más y
más a nosotros. Debemos vencer esa concepción legalista de un Dios mezquino que “paga”
la buena conducta… Toda obra buena, limosna, sacrificio, oración, etc., solamente nos
disponen a recibir su Amor, a recibirlo a El más y más. Todo esto es la gracia, que nos une a El y nos da su Vida sobreabundante. Esa misma Vida te infunde el gozo de compartirla
(salvar almas) no de mirar mezquinamente mi propio bien y provecho.
Propósito del día

Hacer una obra caritativa concreta (llamar a un necesitado de la familia
y escucharlo, ceder el plato más grande, dar ayuda sin ser solicitado).

Santos del día:  San Máximo de Chinon, abad
Francés del siglo V nacido en la fortaleza de Chinon, Francia, y que fue discípulo
de san Martín de Tours. Primero fue monje dedicado a la oración y contemplación cerca
de Lyon, en Ile Barbe y luego fundó un monasterio a la orilla del río Vigenne, en
Chinon, donde murió a edad muy avanzada.

Liturgia del día

San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia. Memoria
obligatoria. Blanco / Lecturas: Juec 9, 6-15 / S.R. 20, 2-7

Reflexión para las tres de la tarde

Cuando Jesús dijo a sus apóstoles que iba a morir, estos se pusieron tristes y taciturnos.
Pero Jesús les dijo: “Animo, Yo no los dejaré, estaré siempre con ustedes,
pero es necesario que Yo muera por el bien de todos ustedes”.

“Mira la Estrella, invoca a María” Oración de san Bernardo de Claraval

¡Oh! tú, quien quiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella. Si el viento de las tentaciones se levanta, si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino, mira la Estrella, invoca a María. Si eres agitado por las olas del orgullo, de la ambición, de la murmuración, de la envidia, mira la Estrella, invoca a María. Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos hacia María. Si perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes, confuso ante las torpezas de tu conciencia, aterrorizado por el miedo del Juicio, comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de tristeza, a despeñarte en el abismo de la desesperación, piensa en María. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás al Puerto
Celestial. Que su nombre nunca se aparte de tus labios, jamás abandone tu corazón; y para alcanzar el socorro de su intercesión, no descuides los ejemplos de su vida.  Siguiéndola, no te extraviarás, rezándole, no desesperarás, pensando en Ella, evitarás todo error. Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer; si
Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin.

 

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Jesús, en Vos confío

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