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P. José María Iraburu. La Cruz Gloriosa: «Solo para los que aman»

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El que es capaz de elevarse de su carnalidad y tendencia a los consuelos y fervores, descubre en el misterio de la Cruz y pequeñas cruces una admirable oportunidad de asemejarse a Dios, librarse de esclavitudes y salvar almas. Gran negocio.

Con la gracia de Dios, atrevámonos a creer lo que dicen los santos y a vivirlo.

San Juan de la Cruz (2)
Nacido en Fontiveros, Avila, es Doctor de la Iglesia, especialmente por su doctrina espiritual. Se unió al movimiento renovador de santa Teresa y fue el primer religioso del Carmelo reformado.
Camino de cruz, camino de gozo. “Mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,30), la cual es la cruz. Porque si el hombre se determina a sujetarse a llevar esta cruz, […] hallará grande alivio y suavidad para andar este camino así, desnudo de todo, sin querer nada; empero si pretende tener algo, ahora de Dios, ahora de otra cosa con propiedad alguna, no va desnudo ni negado en todo, y así, ni cabrá ni podrá subir por esta senda angosta hacia arriba (2Subida 7,7). “La puerta es la cruz, que es angosta, y desear entrar por ella es de pocos, mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos” (Cántico 36,13).

No nos engañemos

–No se engañen a sí mismos. “Veo es muy poco conocido Cristo de los que se tienen por sus amigos; pues los vemos andar buscando en El sus gustos y consolaciones amándose mucho a sí mismos, mas no sus amarguras y muertes amándole mucho a El”.
(2 Subida 7,12).

El daño de éstos es que comúnmente se engañan, teniendo por mejores las cosas y obras de que ellos gustan, que aquellas de que no gustan. Y alaban y estiman las unas y desestiman las otras, como quiera que comúnmente aquellas obras en que de suyo el hombre más se mortifica sean más aceptas y preciosas delante de Dios –por causa de la negación que el hombre en ellas lleva de sí mismo– que aquellas en que él halla su consuelo, en que muy fácilmente se puede buscar a sí mismo”                              (3Subida 29,8).

No se engañen. “¡Oh almas que os queréis andar seguras y consoladas en las cosas del espíritu!, si supiereis cuánto os conviene padecer sufriendo para venir a esa seguridad y consuelo, y cómo sin esto no se puede venir a lo que el alma desea, sino antes volver atrás, en ninguna manera buscaríais consuelo ni de Dios ni de las criaturas, mas antes llevar la cruz y, puestos en ella, querríais beber allí la hiel y el vinagre puro, y lo tendríais por grande dicha, viendo cómo, muriendo así al mundo y a vosotros mismos, viviríais a Dios en deleites de espíritu»                                               (Llama 2,28).

No se engañen. “Si en algún tiempo, hermano mío, le persuadiere alguno, sea o no prelado, doctrina de anchura y más alivio, no la crea ni abrace, aunque se la confirme con milagros; sino penitencia y más penitencia y desasimiento de todas las cosas. Y jamás, si quiere llegar a la posesión de Cristo, le busque sin la cruz”
(Carta al P. Luis de San Ángelo, 1589-90?).

¿Pedir ésto? Sí, por amor a El

Sigamos a Jesús, cargando con la cruz de cada día.
En una ocasión, estando fray Juan de la Cruz en oración ante una imagen de Cristo con la cruz a cuestas, el Señor le dice: –Fray Juan, pídeme lo que quieras. –Señor, padecer y ser despreciado por vuestro amor.
Y esta misma es la doctrina que él da siempre a los otros, sean laicos o religiosos: «Cuando se le ofreciere algún sinsabor y disgusto, acuérdese de Cristo crucificado y calle» (Carta 20 a una carmelita).

“Sea enemiga de admitir en su alma cosas que no tienen en sí sustancia espiritual, para que no la hagan perder el gusto de la devoción y el recogimiento.
Bástele Cristo crucificado, y con El padezca y descanse… Al alma que se desnudare de sus apetitos, quereres y no quereres, la vestirá Dios de su pureza, gusto y voluntad… El que no busca la cruz de Cristo no busca la gloria de Cristo”                (Avisos 90-91, 97, 101).

“No te canses, que no entrarás en el sabor y suavidad de espíritu si no te dieres a la mortificación de todo eso que quieres… El que no busca la Cruz de Cristo no busca la gloria de Cristo”.                                                                                               (Dichos 40, 101).

“Quien nada sabe de dolores, nada sabe de amores / Dolores son consuelos de amadores”
(canción que cantó en un Carmelo poco después de huido de la prisión).

Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.

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