La confianza nos abre al grandioso designio que Dios tiene para nosotros.
Su Amor no le permite abandonarnos nunca. Segunda parte.
Santa Faustina nos enseña que la confianza significa, en la práctica, la entrega total a Dios y la resignación a manejar solos la propia vida. ¿Para qué? Para que El mismo pueda cumplir sus eternos designios en nosotros. Faustina lo expresó en
una sencilla oración que encontramos en su Diario: “Con la confianza y la sencillez de un niño pequeño, me entrego a Ti, Señor Jesús, Maestro mío; te dejo total libertad para guiar mi alma. Guíame por los caminos que quieras, no voy a averiguarlos. Te seguiré confiada” (D-228).
Sin embargo, no siempre logró confiar al cien por cien. Como todo ser humano, también experimentó momentos de miedo e incertidumbre, miedo por el futuro. En febrero de 1937, un año antes de su muerte, fue hospitalizada. El Señor Jesús le encomendó nuevas tareas que ella no podía afrontar, y ella escribió: “Vi en el suelo un pequeño gusano y pensé: ¿de dónde ha salido en pleno invierno? Entonces escuché estas palabras en mi alma: ‘Mira, Yo pienso en él y lo mantengo, y ¿qué es él en comparación contigo? ¿Por qué se turba tu alma por un momento?’ Le pedí disculpas al Señor por aquel momento; Jesús quiere que yo sea siempre una niña y que ponga todas mis preocupaciones en El y me someta ciegamente a su santa Voluntad” (D-922).
Conocer el rostro de Dios
La mejor medida de nuestra confianza en Dios es hacer su Voluntad. Una Voluntad que muchas veces percibimos como difícil, incomprensible para nosotros y relacionada con el sacrificio y el sufrimiento. Alguien dijo que vivimos según la imagen de Dios que llevamos dentro. Por eso es tan importante conocer al Dios del que hablé al principio. A mí, personalmente, la lectura de la Sagrada Escritura me ayudó más, porque limpia la memoria y el alma de una falsa imagen de Dios, que, en cierta medida, probablemente cada uno de nosotros lleva consigo. Pero esto no impide que el Creador nos ame y purifique nuestra alma. Porque hizo lo mismo en la vida de sor Faustina. Ella entendió que la Voluntad de Dios es su decisión tomada desde la eternidad y, también, es el deseo de Dios, su propósito, su intención de salvar al hombre. Y como nuestro Dios es Amor, todo lo que proviene de El se basa al mismo tiempo en su Infinita Sabiduría. El trata con cada uno de nosotros de una manera especial. Por lo tanto, su plan de amor es personal y tiene como objetivo darnos la felicidad completa y definitiva.
Así que dejemos que Dios purifique su imagen en nosotros, porque El nos ayudará en el esfuerzo constante por confiar en Dios y nos permitirá lograr una confianza total en El. Intentemos dar hoy el primer paso y dirigirnos a El con una oración sencilla, confiando al Señor nuestras ideas falsas sobre El, nuestras heridas internas, para que las sane y nos revele su verdadero rostro. El rostro de un Padre amoroso, que irradia tierno amor. Un amor que no podemos imaginar o sondear por completo. ¡Podemos confiar en la Voluntad de Dios! Dado que Dios es Misericordia, la Voluntad de Dios es una expresión de su Misericordia y es la “Misericordia misma”.
Está siempre presente
No hay un solo momento en nuestras vidas donde Dios no esté presente, y no existen las llamadas “coincidencias” o “casualidades”. Dios, en todos los acontecimientos, o los desea directamente o los permite. Nada sucede sin la voluntad o el beneplácito de Dios. […]
Dios tiene una intención específica en todo lo que sucede. Incluso nuestros enemigos que nos causan un gran dolor están en manos de Dios. Todo se puede utilizar para nuestra santificación y salvación.
Siempre que confiemos en Dios y deseemos hacer su Voluntad. Cristo, que vino al mundo precisamente para cumplir la Voluntad del Padre, nos dejó el modelo más perfecto para cumplir la Voluntad de Dios. De El, santa Faustina también aprendió a cumplir la voluntad de Dios.
Hacer la Voluntad de Dios es prueba de confianza en Dios y de amor por El (cf. D-279) y es fuente de santificación. “Mi santidad y perfección -confiesa sor Faustina consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la Voluntad de Dios (D-1107).
Dejar atrás nuestro mal
Mencioné que, además de la fe, la esperanza y el amor, la actitud de confianza también incluye las virtudes de la humildad, el arrepentimiento y el dolor por los pecados.
Es importante desarrollar estas capacidades con la gracia de Dios. ¿Cómo entender la humildad? Es la verdad sobre uno mismo, es la capacidad de ver los propios pecados, imperfecciones, miseria, pero también virtudes, talentos y bondad.
El arrepentimiento también es un componente muy importante de la confianza. Debe conducir a la superación de nuestros pecados y la reparación de sus malas consecuencias. Está destinado a ser una expresión de transformación interior y un regreso al Dios amoroso.
Finalmente, el dolor por los pecados (la contrición). Esta es precisamente nuestra buena disposición, que el buen Dios perdone nuestros pecados y nos muestre su Misericordia.
La Apóstol de Jesús misericordioso hizo de la contrición un aspecto permanente en su vida. “Practicaré el arrepentimiento, no sólo para la Confesión, sino que en cada examen de conciencia suscitaré en mí la contrición perfecta y, especialmente, antes de ir a descansar” (D-377). La esencia de la contrición cristiana no está sólo en las palabras “he pecado”, sino en la Bondad paternal de Dios. Entonces tendremos la actitud correcta de corazón también cuando acudimos al sacramento de la Reconciliación.
Cuando realmente amamos a alguien, queremos y amamos cumplir todos sus deseos. Esto es lo que sucede en la vida humana. Más aún en la vida espiritual: cuando amamos a Dios, nos esforzamos por cumplir lo que El espera de nosotros.
La entrega a Dios en cada circunstancia de la vida le da gloria y es de mayor valor que largas oraciones y sacrificios. El Señor Jesús le dijo a sor Faustina: “Cuando un alma alaba mi Bondad, Satanás tiembla ante ella y huye al fondo del Infierno” (D-378).
Cristo también enseñó a sor Faustina que, entregándose a su Voluntad, atrae sobre sí un mar de bendiciones y ningún sacrificio se compara con éste (cfr. D-954). Sor Faustina, consciente de ello, confesó que le agradaban más los tormentos, sufrimientos y la persecución venidos por Voluntad de Dios que las alabanzas, el éxito y el reconocimiento venidos de la propia voluntad. Lograr esto es casi el colmo de la santidad. Y vale la pena tenerlo en cuenta, porque cuando tenemos un objetivo, nos es más fácil hacer el esfuerzo para lograrlo.
La misericordia vence
Creo que, en la situación actual, muchos de nosotros experimentamos ansiedad y miedo por el futuro. Por lo tanto, para terminar, quería animarme a mí misma y a cada uno de ustedes con un hecho que tuvo lugar a principios de la década de 1980. En ese entonces, había una fuerte dictadura del presidente Ferdinand Marcos en Filipinas. El país tenía diferencias increíbles: había gente muy rica y había gente en miseria, hubo asesinatos secretos a opositores y mucha injusticia. Y todo ello amenazaba con un estallido social que Marcos habría silenciado por la fuerza, porque tenía un ejército fuerte. Y sucedió que, en 1984, representantes del Movimiento de Reconciliación Internacional llegaron a Filipinas y comenzaron a enseñar a los filipinos el método de la “No violencia” -cómo luchar sin violencia. Organizaron simposios, seminarios con sacerdotes, religiosas, laicos, sindicatos, gente sencilla, celebraron la Eucaristía y enseñaron a los filipinos a luchar no contra las personas, sino contra los demonios.
Los demonios de la codicia, los demonios del odio que han dominado a estas personas. A luchar contra la riqueza injusta y la explotación. La oración alcanzó una intensidad muy grande durante los días de la revolución. Rosarios, cánticos, lectura de la Biblia, meditaciones silenciosas. La práctica y el método de la “no violencia” purifica y posiciona al hombre de modo que ni el odio ni el espíritu de venganza puedan cerrar nuestro corazón cuando nos esforzamos por llegar a nuestros enemigos. El punto es pedirle a Dios no que se ponga de nuestro lado, sino que prepare los corazones para que también ellos sean respetuosos y se preocupen por cada vida humana. Y prevaleció un espíritu inusual. Sin embargo, se produjo el ataque del ejército. Marcos envió aviones para bombardear a la multitud. Y la gente estaba parada en la intersección de dos avenidas. Los aviadores que volaron para bombardear a una multitud de cientos de miles de personas vieron la multitud en forma de cruz en las dos avenidas. Y los pilotos dijeron que NO. Luego volaron a bases estadounidenses y pidieron asilo.
Marcos enfrentó la derrota. Fue privado del apoyo de un ejército que se alejó de él cuando vio a 2 millones de filipinos reunirse para una masiva oración del Rosario. El presidente Marcos intentó declarar el estado de emergencia en un canal de televisión controlado por el gobierno, pero ya era su “canto del cisne”. Había sido derrotado y su gobierno fue derrocado.
Incansables en el amor
Nosotros también podemos marcar la diferencia cuando caminamos juntos con decisión por el camino de la confianza en Dios, como dice santa Faustina. Cuando nos dedicamos incansablemente con amor en nuestra vida diaria a nuestro prójimo; cuando abandonamos todo a la Voluntad del Padre Celestial, viendo en ello nuestro bien y nuestra felicidad, aunque no siempre fácil y totalmente comprensible; entonces podemos expresar honestamente las palabras escritas por sor Faustina: “Confié en la Misericordia de Dios, abandonándome enteramente a su Santísima Voluntad, llena de Misericordia y Compasión” (D-1679).
Hna. Clareta Fecov, zmbm
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Jesús, en Vos confío