Hizo muchos milagros, y por muchos años su único alimento fue la Eucaristía.
Nicolás nació el año 1417 en Sachseln, Suiza, año que el Concilio de Constanza puso fin al cisma de Occidente y eligió a Martín V. Era campesino y al regresar del campo se dedicaba a la oración y el silencio.
Se casó a los 30 años y tuvo diez hijos. El primero fue presidente de Suiza.
Nicolás vive con profundo compromiso su fe cristiana. Es amante de su patria y promotor de la paz. Pero se ve obligado a intervenir en varias guerras. Lleva una vida ascética.
Como eremita
A los 50 años, con el consentimiento de su esposa y de sus hijos, se retira a la vida eremítica, entregado a la meditación y a las más duras penitencias.
Hizo muchos milagros, por muchos años su único alimento fue la Eucaristía. «Si durante 20 años, dice Pío XII, él no se alimentó más que del pan de los ángeles, este carisma fue el cumplimiento y la recompensa de una larga vida de dominio de sí mismo y de mortificación por amor de Cristo».
Fue juez y consejero de su cantón, diputado, y rechazó el cargo de jefe de Estado. Tuvo importante papel en el tratado de paz perpetua con Austria.
Cuando el país se vio al borde de la guerra civil por un conflicto que enfrentaba los cantones urbanos con los rurales, san Nicolás, que ya había sido juez de cantón y diputado en la Dieta federal, propuso una solución política que fue aceptada en el acto unánimemente (Pacto de Stans, 1481), consiguiendo así salvar la unidad suiza.
En medio de tantas actividades, Nicolás continúa cultivando su vida interior. Tiene visiones sobre el misterio trinitario.
El don del consejo
Dios le concedió el don de saber aconsejar. A un amigo suyo le contó que había pedido mucho al Señor este don y que lo había logrado conseguir de su divina bondad. Grandes multitudes se sentían atraídas por este hombre a quien nadie veía comer ni beber y que era de muy pocas palabras, pero que las pocas palabras que decía le llegaban a uno al alma y lo transformaban. A los que iban sólo por curiosidad no les decía ni una palabra y los despachaba sin darles consejos. A quienes le preguntaban cómo lograba subsistir así sin casi alimentarse, les respondía: “Dios sabe cómo”. Las autoridades ponían detectives en los caminos para averiguar quién le llevaba alimentos, pero no encontraban a nadie.
«Nicolás de Flue, dice Pío XII, encarna con una plenitud admirable, la unión de la libertad terrestre y de la libertad celeste».
Al final el santo sufrió una terrible enfermedad. Murió en su cabaña rodeado por su esposa y sus hijos, el 21 de marzo de 1487. Fue canonizado en 1947.
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Jesús, en Vos confío