Evangelio
En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?” Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’ Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”. San Lucas 12, 13-21
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Reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff, co.
Sí, nos llama amigos, pero nos aclara que no va a atender esos asuntos.
Vino para otra cosa. Si aceptaran el Evangelio, no sólo no se pelearían por la herencia, sino que hasta buscarían ganar méritos para el Cielo con ella. La acogerían como don de Dios. Pero, también hoy, se busca un Evangelio que nos haga “parar de sufrir” en vez de que nos haga salvar almas para toda la eternidad. No vivamos nuestra vida como una riqueza
para nosotros mismos; rendiremos cuenta de este don.
Popósito del día
Comunicarle una buena noticia a alguien.
Santos del día: Santa Adelina, abadesa
Descendiente de Guillermo el Conquistador, fue abadesa del convento benedictino de La Blanche en Normandía, fundada por su hermano san Vital.
El monasterio fue centro de irradiación de la vida cristiana. Murió en 1125.
NR: Por el color del desgastado hábito de las monjas, el cenobio era conocido como Monasterio de las Damas de Blanco de Mortain.
Liturgia del día
Feria. Verde. Lecturas: Rom 4, 20-25 / C.R. Lucas 1, 69-75
Reflexión para las tres de la tarde
Jesús preguntó por segunda vez: “¿A quién buscáis?” Los soldados respondieron que a Jesús. Y El dijo: “Ya se los dije, Yo soy”. Los soldados cayeron en tierra por segunda vez, y Jesús, buscando proteger a sus discípulos, pidió que los dejaran libres.
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