Evangelio
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’.” Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a El día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” San Lucas 18, 1-8
Ver Video con reflexión del evangelio Pbro. Germán Saksonoff co.
Reflexión del evangelio Pbro. lic. Mauro Carlorosi, co.
La oración es señal de fe y la fe se muestra en la vida de oración.
No es simplemente rezar algunas oraciones, sino tener vida de oración. Es decir, que la
oración da el ánimo a la vida del cristiano, y éste se esmera en darle un lugar privilegiado en su vida hasta hacerla tan común y necesaria como la respiración.
Cuando vuelva Jesús, habrá muchísimos que perdieron la fe por dejar de rezar, que al menos a ti te encuentre en oración.
Popósito del día
Examinar mi conciencia con sinceridad antes de dormir. Y rezar el “Yo confieso” meditativamente.
Santos del día: San Fintano de Rheinau, eremita
Era de la nobleza inglesa y vivió a principios del siglo IX. Lo llevaron como esclavo a la isla de Orkney, huyó a Escocia y peregrinó a Roma donde se hizo benedictino y fue a un monasterio en Suiza. A los cinco años fue a una ermita donde pasó 22 años sin salir. Murió en el 879.
Liturgia del día
Feria. Verde / San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia. Memoria Libre. Blanco.
Lecturas: Sab 18, 14-16; 19, 6-9 / S.R. 104, 2-3.36-37.42-43
Reflexión para las tres de la tarde
Jesús temblaba y se retorcía bajo los golpes de los verdugos. Su cuerpo se iba llagando completamente y sus gemidos suaves y claros se oían como una oración en medio del ruido de los golpes que derramaban su sangre al suelo.
Himno de la Liturgia de las Horas
A Ti, oh, Cristo, Príncipe de los siglos, Rey de los pueblos, te confesamos también.
Dueño soberano de nuestros corazones. Mientras los santos no cesan de celebrarte con himnos, y las Potestades te veneran con reverencia, así nosotros, llenos de entusiasmo, te aclamamos como Rey supremo del Universo.
Oh, Cristo, Príncipe de la paz, somete a las almas rebeldes, y con tu amor reúne a los extraviados en un solo redil.
Esta es la causa por la que, con los brazos abiertos, quedaste suspendido de aquel Madero sangriento, mostrando tu Corazón que, atravesado por una lanza cruel, ardía inflamado
en fuego.
Esta es la causa por la que, escondido en el altar, bajo las especies de pan y de vino,
derramas sobre tus hijos la salvación que mana de tu Pecho traspasado.
Gloria a Ti, Jesús, que con el Padre y el Espíritu Divino, guías al mundo con amor por los
siglos de los siglos. Amén.
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