InicioQué es la Divina Misericordia"Faustina: Tentación, confesión, paz"

«Faustina: Tentación, confesión, paz»

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Vicisitudes de nuestra santa.

173- Tentaciones de Satanás durante las meditaciones. Me invadió extrañamente el temor de que el sacerdote no me entendiera o no tuviera tiempo para que pudiera exponerle todo. ¿Cómo le hablaré de todo esto? Si fuese el Padre Bukowski, me resultaría más fácil, pero a este jesuita lo veo por primera vez. En ese momento me vino a la mente el consejo del Padre Bukowski, quien me había dicho que cuando hiciera los ejercicios espirituales, debería tomar nota, aunque brevemente, de la luz que Dios me mandaría y por lo menos de eso darle cuenta, aunque brevemente. Oh Dios mío, un día y medio me ha pasado tan fácilmente: ahora está empezando la lucha de vida o muerte. Dentro de media hora debe haber la meditación y después tengo que ir a confesarme. Satanás me hace creer que si las Superioras dijeron que mi vida es una ilusión, ¿para qué preguntar todavía y molestar al confesor?
Después de todo, la M. X te dijo que Jesús no tiene ese tipo de relaciones con almas tan miserables; lo mismo te dirá ese confesor. ¿A qué hablar de esto? Al fin y al cabo no son pecados, y la Madre X te dijo explícitamente que todos esos contactos con el Señor Jesús son un sueño, pura histeria, pues, ¿para qué hablar de eso a ese sacerdote? Vas a hacer mejor si lo rechazas todo como una ilusión. Mira, cuántas humillaciones sufriste y cuántas sufrirás todavía, además las hermanas saben que eres histérica. ¡Oh Jesús!, grité con toda la fuerza de mi alma. Justo en aquel momento el Padre salió para dar la conferencia. Habló brevemente, como si tuviera prisa. Terminada la conferencia se sentó en el confesionario. Miré alrededor, ninguna hermana se acercaba. Me levanté rápidamente de mi reclinatorio y en un momento estaba junto a la rejilla. No hubo tiempo para ninguna reflexión.

174- En vez de hablar al Padre de mis dudas que me fueron infundidas respecto a Jesús, comencé a relatarle todas las tentaciones que he descrito arriba. Sin embargo el confesor se dio cuenta en seguida de mi situación y dijo: Hermana, usted no confía en Jesús, porque se comporta con usted con tanta benevolencia. Pues, hermana, esté
completamente tranquila. Jesús es su Maestro y su comunión con Jesús no es ni una histeria, ni un sueño, ni una ilusión. Sepa hermana, que está en el buen camino. Trate de ser fiel a estas gracias y no debe evitarlas. No es nada necesario que usted hable de estas gracias interiores a las Superioras, si no fuera por una orden clara de Jesús, y antes consulte al confesor. Pero si Jesús pide alguna cosa que está al exterior, entonces, tras consultar al confesor, usted debe cumplir lo que el Señor pide, aunque eso le cueste muchísimo. Y por otra parte, usted, hermana tiene que hablar de todo con el confesor. No hay absolutamente otro camino para usted.
Ore, hermana, para obtener un director espiritual, porque en el caso contrario, usted desperdiciará estos grandes dones de Dios. Le repito otra vez esté tranquila, usted está en el buen camino. Ignore todo y siempre sea fiel al Señor Jesús, sin reparar en lo que digan de usted, hermana. Precisamente con tales almas miserables el Señor Jesús trata de esta manera y cuánto más usted se humille, tanto más Jesús se unirá a usted.

175- Cuando me alejé de la rejilla, una alegría inconcebible inundó mi alma hasta tal punto que me retiré a un lugar apartado en el jardín, para esconderme de las hermanas y permitir al corazón desbordarse plenamente hacia Dios. La presencia de Dios me penetró por completo y en un solo momento toda mi nada se sumergió en Dios y en aquel momento sentí, es decir distinguí las Tres Personas Divinas que habitaban en mí, y la paz que tenía en el alma era tan grande que me asombraba yo misma, de cómo había sido posible estar intranquila.

176- Propósito: Fidelidad a las inspiraciones interiores, aunque eso me costara no sé cuánto. No hacer nada por mi misma sin consultar antes al confesor.

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