El papa Juan Pablo II, en su encíclica Ecclesia de Eucharistia reflexiona sobre
el vínculo existente entre la Madre de Dios y el Santísimo Sacramento.
Para María recibir la Eucaristía debía ser una experiencia singularmente paradójica, puesto que es como si de nuevo acogiera a su Hijo en su corazón y en su vientre, participara de nuevo en su crucifixión y lo reconociese resucitado, realmente presente según su promesa: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
«Recibir la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús. «Permaneced en mí, y yo en vosotros» (Jn 15,4). Esta relación de íntima y recíproca «permanencia» nos permite anticipar en cierto modo el cielo en la tierra». ¿Cuándo más podemos decir sino en el momento mismo de la comunión: «Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí» ? He ahí el ideal que anhela nuestro corazón, la plenitud de todas nuestras aspiraciones, el sentido último de nuestras vidas: ¡la comunión eterna!.
Dinámica eucarística de la existencia
El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y de dar testimonio. Recibir continuamente el don de la comunión sacramental implica también acoger el memorial de la Cruz, donde el Hijo nos entrega a su Madre, encomendándole la misión de velar por nuestra configuración con Él: “María guía a los fieles a la Eucaristía”…
El cristiano auténtico reconoce en el misterio eucarístico la raíz y el secreto de su vida espiritual, el sacramento vivo de la gracia de Cristo y, por eso,siente que sólo puede pagarlo con la entrega de sí mismo.
Asímismo, las visitas al Santísimo han de ser un momento para profundizar en la gracia de la comunión y de la reconciliación sacramental y revisar nuestro compromiso con la vida cristiana; la confrontación de cada uno ante la Palabra de Dios, o en el silencio de la oración, permaneciendo ante Él y desplegándonos en el amor, debe impulsar a
contrastar la verdad de la oración que siempre mueve a la conversión personal y al encuentro con los hermanos, dando con todo ello gloria a Dios.
Habla al Mundo es un proyecto de formación y difusión de la Divina Misericordia.
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Jesús, en Vos confío