InicioQué es la Divina MisericordiaFaustina: ¡Oh gran día!

Faustina: ¡Oh gran día!

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Nuestra santa esperaba el último día de su vida como ningún otro.

825- ¡Oh día luminoso y bello en que se cumplirán todos mis deseos! ¡Oh día deseado que serás el último de mi vida! Me alegro de ese último toque que mi artista divino dé a mi alma, otorgando a mi alma una belleza particular que me distinguirá de la belleza de las demás almas. ¡Oh gran día en que se confirmará el amor de Dios en mí!
Aquel día, por primera vez, cantaré delante del Cielo y de la tierra el cántico de la misericordia insondable del Señor. Es mi obra y mi mensaje que el Señor me ha asignado desde el principio del mundo. Para que el canto de mi alma sea agradable a la Santísima Trinidad, guía y modela Tú mismo mi alma, oh Espíritu de Dios. Me armo de paciencia y espero tu venida, oh Dios misericordioso, y en cuanto a los dolores tremendos y los temores de la agonía, en aquel momento más que nunca confiaré en el abismo de tu Misericordia y te recordaré, oh Jesús misericordioso, dulce Salvador, todas las promesas que me has hecho.

854- Hoy, después de la Santa Comunión, oí en el alma una voz: Hija mía, vigila, porque llegaré inadvertidamente. Jesús, no quieres decirme la hora que espero con tanto anhelo. Hija mía, para tu bien la conocerás, pero no ahora, vigila. Oh Jesús, haz conmigo todo lo que te agrade, sé que eres el Salvador misericordioso y sé que no cambiarás conmigo en la hora de la muerte. Si ahora me muestras un amor tan singular y te dignas unirte a mí de una manera tan confidencial y cariñosa, entonces espero todavía más en la hora de la muerte. Tú, mi Señor, Dios mío, no puedes cambiarte, eres siempre el mismo; los cielos pueden cambiar y todo lo que ha sido creado, pero Tú, Señor, siempre el mismo, durarás por la eternidad. Así que, ven cómo quieras y cuándo quieras. Padre de la Misericordia infinita, yo, tu niña, espero con un vivo deseo tu venida. Oh Jesús, Tú has dicho en el santo Evangelio: Te juzgo por tus labios, entonces Jesús, yo siempre hablo de Tu misericordia inconcebible, por lo tanto confío que me juzgarás según tu Misericordia insondable.

899- ¡Cuánto he deseado la muerte! No sé si alguna otra vez en la vida desearé tanto a Dios. Hubo momentos en que me desmayaba por El. Oh, qué fea es la tierra cuando se conoce el Cielo. Debo violentarme para vivir. Oh voluntad de Dios, tú eres mi alimento.

1573- Oh Dios mío, qué nostalgia siento hoy por Ti. Oh, ya nada más atrae mi corazón, la tierra ya no tiene nada para mí. Oh Jesús, cuánto me pesa este destierro, cuánto se prolonga. Oh muerte, mensajera de Dios, ¿cuándo me anunciarás este deseado momento que me unirá a mi Dios por la eternidad?

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